sábado, 29 de agosto de 2015

Discernimiento Deontológico en lxs Cibernautas




Las redes sociales y en particular aquellas de expansión masiva, tienen el potencial de difusión nunca antes registrado al contacto de pasadas proles en la historia; el alcance y velocidad de transmisión de una idea, noticia -verdad o mentira-, es sin lugar a dudas factor decisivo para la posición de las poblaciones  frente al dato que les llega.  Esto como efecto de la incidencia inmediata que tiene la tecnología y los mecanismos computacionales en el funcionamiento colectivo de las comunidades.  La discusión sobre qué es lo que hay que permitir observar-escuchar-palpar, y qué es lo que no, ésta vaciada de todo pragmatismo; son tan abundantes los portales y puertas virtuales por los que va a llegar, quiérase o no, dicha información, que termina siendo imperceptible.  Unido a esto, los principios progresivos acerca del ejercicio de la libertad: imagínense lo que sucedería si a alguien se le ocurriese proclamarse como -tamiz moral- de los servicios que fluyen en la nube de interconexión mundial.  Simple y llanamente estaríamos ante un desvarío del poder en la regulación de derechos (excepción a esta premisa la constituye el necesario control de madres y padres de hogar).  Esto no significa que tal decisión no se torne necesaria a nivel de los micro procesos, como la revisión de qué es lo que ven lxs niñxs y adolescentes en casa, o qué páginas son contundentemente nocivas a las mínimas cargas éticas que debemos ostentar, pero, a lo que me refiero con la imposibilidad de filtrar es a que en situación de sociedad; nadie, absolutamente nadie, puede asumirse como centro moralista de definición de lo bueno y malo.  Por ello considero que el esfuerzo fundamental para este problema de transferencia infranqueable de datos, más o menos influyentes, es la fomentación radical y contundente de otra base educativa en todos los sentidos, del urgente fortín crítico de discernimiento sembrado en lxs sujetos a través de todas las instituciones posibles.  La familia principalmente, ˂˂único filtro de autoridad íntima y directa como ya lo mencioné˃˃; la escuela desde la infancia hasta las universidades, deben convertirse en lugares de libre pensamiento, argumentación y potenciación de los acervos formativos de las jóvenes generaciones, para que sea el debate interior reflexivo de cada ente lo que delimite aquellos contenidos informativos a ser rechazados o a su vez demandados.  Cuando eso suceda de manera común, en términos culturales alrededor de la idiosincrasia, tendremos saltos cualitativos de tipo éticos que permitan evaluar a nuestra localidad, país o región como transformada o evolucionada en el plano de su opinión pública, sus necesidades de consumo informativo y su capacidad de diferenciación-evaluación respecto de: lo que lee, escucha, mira, en fin, desecha o acepta.  Sin auto-control personal y auto-determinación comunitaria jamás habrá institución jurídica o axiológica, que logre normativizar el equilibrio del sistema humano agrupado.  
Aquiles Hervas Parra
29 de agosto de 2015.

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