sábado, 15 de agosto de 2015

MOVIMIENTO INDÍGENA: UNA DISPUTA CONTRA EL PODER HEGEMÓNICO Y EL RACISMO



El mes de agosto del año 2015 el movimiento indígena del Ecuador se movilizó a partir de una marcha que surgiría desde el sur amazónico del país con destino al Paro Nacional con base en la ciudad de Quito.  Caminando con un conjunto de demandas acumuladas en la historia de su resistencia bajo el poncho y dejando una estela de indignación ante lo que todavía es un país severamente marcado por la injusticia, desigualdad, desproporcionalidad de derechos y anulación de la diversidad grita y alza la cabeza nuestro ser indio.  Pero, no es precisamente la pugna política lo que me interesa analizar, de hecho aprovecho para reprochar a toda esa clase dirigencial del pasado y presente que ha abusado y aprovechado la causa de sus hermanos, Este escrito va dedicado con especial énfasis a reflexionar sobre la vigencia de varias taras propias de etapas supuestamente previas a la mal denominada modernidad y que por lo visto están más vivas que nunca: el racismo y los prejuicios.

-Son pobres utilizados por los intereses de otros- dice una notable presencia de criterios a lo largo de la opinión pública mestiza y citadina, grupo poblacional que vive en el interior de las ciudades autoproclamados como modernos; y, que emite juicios que construyen inmediatamente una arquitectura jerárquica de niveles de personas: los manipulables (los otros) y los no manipulables (ellos), bautizando generalmente entre los primeros a todas las formas humildes y populares de agrupaciones que se movilizan por una causa social y común.  Ya lo he escuchado antes al referirse respecto a los estudiantes, trabajadores, barrios populares, mujeres, afrodescendientes, y sobre todo, a los indígenas o nacionalidades indígenas.  Es decir es una lógica mental relacionada con el ejercicio de poder, se habla mediante prejuicios de todos aquellos otros que disponen a criterio subjetivo de menor valor que el hablante en el marco de la forma en que atribuimos el valor en la actual época, es decir el material, tangible o también instrumental-útil.    

Entonces nace la incógnita: sí los que vivimos en la ciudad, más aún quienes formamos parte de la mal llamada “clase media”, somos tan inteligentes y expertos como para ser los únicos que jamás seremos manipulados ya nuestra tradición además es de los que casi nunca nos movilizamos en forma colectiva y orgánica porque debemos trabajar, progresar o hacer algo útil, ¿por qué los problemas estructurales de la ciudad y el país siguen tan graves? Será entonces que los eternamente “manipulados” quizá no se equivocan al salir  luchar, o al menos no son tan “tontos” como los describen.  Recordemos, son esos sujetos adjetivados los únicos que han logrado determinar el fin o caída de gobiernos que asaltaron y robaron las economías de las mayorías (clases populares y medias incluidas) en períodos pasados, lo hicieron con la legítima necesidad de brincar a las calles y tomarse los espacios públicos con actos de violencia en ese entonces justificada por todos y todas los que desde la comodidad de sus casas esperaban ansiosos el desenlace a sus problemas.

Somos mucho más utilitaristas de lo que pensamos, nos parecen salvajes las luchas hasta cuando nuestro bolsillo está afectado, nos parecen brutos los marchantes hasta que uno de nuestros problemas está en sus pliegos, nos parece ilógico el paro porque seguimos consiguiendo el alimento a la vuelta de la esquina o a lo mucho en los mercado, nos parece violenta la movilización hasta cuando a mí me toca gritar o atacar porque me ofendieron o eliminaron las vías de diálogo.  Decirles utilizados, manipulados, salvajes, violentos, agresivos a quienes por quinientos años vienen luchando su legítimo derecho al agua, tierra, dignidad e igualdad de oportunidades, es sin lugar a dudas un acto racista, un prejuicio obstinado desde las bases de la ignorancia de la historia y sobre todo de la absoluta ausencia de empatía ante la realidad que por cientos de años ha vivido el pueblo indígena.

No señorxs los tontos no son ellxs, lo hemos sido nosotrxs los urbanos que nos avergonzamos de nuestras raíces, los que vivimos solamente pensando en el presente sin recordar nuestra memoria ni definir qué deseamos para una real felicidad futura; ellos, nuestra etnia, nuestra orgulloso lado indígena, el que todos llevamos marcado en la vida porque descendemos del campo, de la Abya Yala siempre han tenido el sabio acierto de sentir cuándo un gobierno es sincero y cuándo es falso.  El de ahora, ha demostrado en suficientes y evidentes muestras que es un shampoo ideológico-discursivo del pasado al que supuestamente combate, tuvieron mucho dinero y cuando hay abundancia cualquiera puede decir que es de izquierda, popular, progresista o revolucionario, es en la escases y la crisis cuando se prueban los ideales de justicia, igualdad, dignidad y vida.  Gracias hermanxs indígenas porque ya tenemos una referencia popular que ponga claramente la dialéctica de clase del contexto actual y futuro; de la disputa contra el sistema capitalista y neoliberal en este gobierno y los que vengan. 

Aquiles Hervas Parra
15 de agosto de 2015.

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