sábado, 30 de diciembre de 2017

SI UN AÑO VIEJO QUEMÁRAMOS NUESTROS DESEOS DE VENGANZA



Todo episodio en momentos determinados del tiempo tiene una función y sentido; hoy, a un día de culminar el año 2017 del siglo XXI, quisiera aprovechar el evento de la muerte del perro Amarok y la detención del agente de tránsito a la camioneta que lo transportaba hacia una clínica por el envenenamiento del can que causó su posterior muerte.  Cuando estos sucesos injustos se suscitan y llegan a la opinión pública y generalizada ¿Qué es lo que realmente demandamos? Justicia o venganza, queremos que el dolor de quien recibe los efectos de lo injusto se repare o queremos que ese dolor se traslade a quien lo ocasionó, sea directa o indirectamente.  La respuesta no es simple, lo segundo implicaría que somos una sociedad con más sed de venganza que los deseos de reparación y recomposición de quienes causan afecciones.  Varios noticiarios han anunciado que el agente policial ha sido despedido, no tengo interés en defender la fuerza pública, ésta aún tiene en sus filas tantos miembros que forman parte de la corrupción que no es un fin interesante precautelar su espíritu de cuerpo, pero, tampoco es correcto legitimar la avalancha de exigencia de vendettas simuladas en justicia que tanto daño nos hace como humanidad.  Pongamos un escenario pedagógico, si ese día mientras transportaban al animal un niño atravesaba la calle y era atropellado por el conductor de la camioneta con el can en y su acompañante en el cajón, el niño moría, cuál sería nuestra posición.  La vida del niño y del perro tienen igual valor, sobre eso no discutiremos, empero es muy probable que una facción amplia de la sociedad reclamaría cárcel para el chofer.  ¿El factor común? En los dos casos nuestra voz inmediata es la del castigo, riguroso, fulminante, sin debido proceso, ni pruebas, ni siquiera con derecho a la defensa, sanción inmediata.  Eso es lo que diferencia a la venganza  de la justicia, la inmediatez de la observación del escarmiento, la punición, la cárcel y en muchos casos la muerte.  Las cárceles medievales no se diferencian conceptualmente en casi nada a las cárceles modernas, las dos simbolizan todo menos la búsqueda de la rehabilitación, el sistema punitivo es la interpelación social del deseo compulsivo hacia la mirada sin paciencia -ni espera- por el dolor de quien consideramos nos causó dolor.  Ensalzamos con loas la decisión de despedir al agente que un día recibió nuestro mandato social de ejecutar normas sin criterio alguno y al día siguiente escupimos a los agentes que no cumplen la ley al tenor de su texto;  pedimos que en unos casos sean conscientes y disciernan entre el bien y el mal, tengan sentido común, sin embargo para otros casos exigimos que disparen a manifestantes callejeros porque los consideramos vándalos malditos.  Pedimos que se quemen vivos a pillos y hurtadores de manzanas mientras aceptamos como normal las pomposas paradas militares que encubren a políticos y banqueros.  ¿Queremos policías con sentido de justicia o fuerzas de represión que actúen a la velocidad de nuestros sentimientos? Primero respondamos eso a la vida antes de solicitar de ésta alineación con nuestros deseos.  Me dolió tanto como a cualquiera de ustedes la muerte del animal, no sé si lo mató el agente, o algún vecino enfermo de los que no faltan que botan carne con vidrios, veneno o raticida por algún rencor acumulado.  Lo que sí puedo asegurar es que esto de sentirnos bien con el dolor ajeno, aunque lo percibamos como justo o legítimo no nos hace bien, no nos vuelve vencedores, nos destruye a mediano plazo.  Quien aprende a odiar, aunque gane, pierde.  Si hay una manera de desearles un feliz año 2018 es aspirando a que uno de estos años mueran, irreversibles, nuestros deseos de venganza. De la misma manera en que los aprendimos son viables a ser desaprendidos, cuánto demorará, tampoco lo sé, solo sé que se esparcirán en las cenizas de un año viejo cualquiera y se irán con el viento hacia el falso norte de nuestros recuerdos.

Aquiles Hervas Parra
30 de diciembre de 2017

domingo, 24 de diciembre de 2017

CUANDO TODOS LOS DÍAS SEAN NAVIDAD




Será ese jolgorio de sonrisas acumuladas el que venga, vecino del tiempo a golpear nuestra puerta.  Aquel no lugar en el cual comprando o sin ello, percibamos enjutos los sueños del futuro, años nuevos a diario.  La hoja del tocte sonríe mientras el frío viento de diciembre la sacude bailarina en su verdor de mediodía.  Es veinticuatro de diciembre, apresurados van los padres a ayudar a Dios, papá Noel, los reyes magos para que en la mañana aparezca la sorpresa con la que brinquen gritones de pleitesía los hijos.  No es tan descabellado declarar navidades permanentes, el bolsillo no lo soportaría pero finalmente eso es lo que menos corresponde.  Ver a la abuela brillar con el saco de lana o el perro abusivamente encaletado de dos cuernos de reno, la madre y el padre, o uno solo de los dos, con vacación y feliz en medio del tumulto de colores, vale, y en creces de oro, plata o simplemente agua y aire.  El pan de pascua es horrible, lo sabemos, sin embargo con leche raspando pasa, los dulces, caramelos, galletas con formas de animales, focos y más focos; es esa torunda armónica de ruidos agraciados la que nos pone a todos la curva en la boca. ¿Por qué tiene que ser solo un día? porque así queremos y nada más.  Siete de abril, diecinueve de agosto, cualquier data tiene la posibilidad de provocarnos retador el mismo efecto abundante.  Al fin y al cabo de voluntad nomás se trata.  O es que nos comprometemos con provocar felicidad exclusivamente porque otros lo hacen, felicidad por referencia, sin duda no.  Con sus excepciones, activamos nuestras fuerzas porque nos importa por unas horas que los nuestros o no nuestros sean alegres, gocen de mágicas melodías y se atasquen de abrazos.  Quien escribe sabe lo que algunos están pensando, también hay cosas con las que ser críticos, lo seremos, pero de igual manera que nos proponemos retar a navidades permanentes, no faltará un mejor momento cercano para retomar la denuncia a los vicios y cagadas que nos caracterizan.   Hoy, más bien quisiéramos ahondar en el reto.  Pasado mañana no se acaba la navidad, los chinos apenas ingresan en el día 25  ¿O se atrasan? no importa, lo que vale es que, ese insaciable devorador de  circunstancias que es el tiempo reciba de nuestra parte el guantazo blanco de la buena actitud, del optimismo y la dulce mirada.  Que aguaitemos diciembre, enero, febrero con la misma efervescencia que hoy nos embriaga de júbilo.  Mientras este servidor escribe pone miel en el pan, pucha qué linda que es la vida, cae una línea amarilla de ese milagro de las abejas sobre ese otro milagro del trigo, y, vuelvo a recordar que la muerte asquea solo cuando tienes así de bella la vida.  Termina el movimiento gravitacional y los ojos pretenden llorar, mientras las lágrimas que provocas sean de alegría estás en el lado correcto del abismo.  En serio amigas, amigos, no tiene que escucharse en la propaganda la típica publicidad de las nuevas ofertas navideñas para que observes los ojos de quienes amas y les hagas sentir el cielo en un segundo, nuestras historias y el mundo cambiará cuando nos dispongamos seriamente a que todos los días sean navidad.
 
Aquiles Hervas Parra
24 de diciembre de 2017

miércoles, 6 de diciembre de 2017

FIN DEL CORREÍSMO




Disociemos de inmediato la idea del correísmo con los ciclos de respuesta al neoliberalismo, sin lugar a duda el balance final de la etapa de diez años ha perfeccionado condiciones estructurales de dependencia hacia los nodos pequeños y grandes del capitalismo transnacional.  Por lo tanto en este imbricado panorama hay dos realidades: el correísmo se terminó y después de éste nacerá algo nuevo en la medida que generacionalmente asumamos el reto como sociedad de retomar la respuesta cíclica a los tiempos que se vienen y que en parte ya estamos viviendo.  Los correístas se aferran a la asociación de ellos, en especial de su mesiánico líder, como única forma de esperanza; los anticorreístas decentes se hallan ciegos en su polarización legítima frente al abuso del poder del período aceptarán como válida cualquier programa en la medida que se mantenga como anticorreísta.  Estas dos vías son peligrosas, Carl Jung decía “El péndulo de la mente alterna entre sentido y sinsentido, no entre el bien y el mal”, por lo cual no es reprochable la posición que hoy los ciudadanos tomen, lo reprochable sería no asumir la obligación histórica de elevar la mirada más allá de lo inmediato, sea del pasado o futuro.  El ciclo de crisis del capital, sus efectos y las fluctuaciones de la economía mundial, así como la debilidad estructural de nuestra economía nacional no se han agotado, me permitiría aseverar que está incorporándose a su etapa más delicada, cuestión que además de ser enunciada en este artículo debe ser contrastada en números y tesis rígidas. Ante tal inminencia nuestro deber es moldear formas alternativas de política, economía y ética para encarar ese futuro cercano; responder a los autodenominados progresistas que sus períodos de gobierno no son la determinación del fin de ciclo, cuestión además de arrogante, perversa, así como desmentir a los anti progresistas con su cortina de salvadores solo por el hecho de presentarse como opción ante la coyuntura y el miedo.  Los héroes y las víctimas siempre serán una señal de la mentira, y ante ello el único camino es buscar decididamente la verdad, al menos pretender una versión humilde y sencilla de ella.  El correísmo se termina, se debe terminar, por el dolor que ha provocado en amplios sectores de la sociedad, pero no podemos conformarnos solo con ello, ya sabemos lo que estuvo incorrecto, ya lo hemos denunciado y su única continuidad debe ser la respuesta social, civil y legal frente a la justicia, la cual deberá operar con la misma fuerza que opera con la gente humilde.  Este ciclo culmina y de quejas no vive la sociedad, es pertinente este instante presentar alternativas, construir programas, edificar utopías con tiempo y espacio, pincelar caminos posibles.  Si la justicia no se encarga de Rafael Correa Delgado la historia lo hará, no conozco impunidad lenta en términos de la evaluación final, pero eso nada hará por nosotros la siguiente década, somos los ciudadanos de carne y hueso, los sencillos integrantes de la comunidad los que tomamos o no tomamos las riendas de las circunstancias, por ello lo único que nos dice este final es la invitación a no reproducir el la realidad que denunció el emblemático grafiti quiteño post-independencia “Último día del despotismo (correísmo) y primero de lo mismo”. 
Aquiles Hervas Parra
5 de diciembre de 2017

jueves, 30 de noviembre de 2017

ENAMORARSE DE UN ÁNGEL




Hay muertos sobre los que nadie habla, hay calidades de muertos porque hay calidades de vivos.  Nos horrorizamos y lamentamos la muerte en general mientras ésta no roce nuestras más hostiles y perversos cánones morales.  Ha muerto un ángel y nadie dice nada.  Samuel fue su nombre, Samuel se llama aún, el/la de los hermosos vestidos y el equipo de canes que acompañaban su camino en las vetustas calles del claroscuro Guápulo en Quito.  No fue un hombre, no fue una mujer, fue un ángel; de esos escasos seres de luz que abren estelas a su marcha, aquellos que nos retan con su simple presencia, aquellos pocos libres en un mundo de encadenados, en una sociedad esclava del sistema pero también de sus cerradas ideas.  No conocí a Samuel pero cualquiera con un mínimo nivel de sensibilidad se enamoraría de su presencia, de su energía desbordante, de los colores dibujados, de sus sueños pincelados, sus sutiles pero audaces aspiraciones.  No le hacía daño a nadie, vivía en una mágica caja de fósforos sobre el filo de la quebrada en algún rincón desconocido de la misteriosa ciudad capital: reciclaba, salvaba perros, asistía al cine y participaba de la vida barrial.  Su existencia afinaba notas de melodías incomprendidas, el frío noviembre de Quito azotó su cuerpo inerte mientras su cabeza de Alicia en el País de las Maravillas aun hasta hoy no aparece, lo desmembraron físicamente pero lo inmortalizaron, el odio puede creer que mata pero la sangre del asesinado siembra semillas de vida, semillas de luz. De sus alas se desprenden plumas que fertilizarán raíces de ese futuro armónico y pacífico, quizás lejano, quizás cercano. Amamos a Samuel como se aman las lágrimas, lo amamos con la rabia circundante en las venas de la impotencia momentánea y la perseverancia de después.  Pocos seres cargan tanta ternura, pocos seres dibujan arcoíris en su paso, pocos seres se mantienen vivos en el mundo de los semimuertos, aquellos que se resisten a ver la vida de frente y se acostumbran a la cotidianidad helada y estática de los viejos y caducos preceptos.  Este artículo breve llega tarde, como casi todo, Samuel, pero si en algún lado puedes vernos y escucharnos, allí donde se dice ya hay paz, aspiro sepas que de tus líneas curvas y los dóciles colores con los que rondaste el viento, serán retomados por quienes sin ser ángeles lidiamos con los semivivos y pretendemos sembrar un jardín donde todas las flores convivan por igual. Es imposible no enamorarnos de un ángel, hasta siempre Samuel.

Aquiles Hervas Parra
30 de noviembre de 2017G

LIBRO OTRO MUNDO ES POSIBLE, LA EDUCACIÓN ES LA VÍA Aquiles Hervas Parra

 




LINK DE DESCARGA
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lunes, 20 de noviembre de 2017

¿HEMOS APRENDIDO?




El escritor argentino Jorge Luis Borges sentenciaba “somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. Cumplimos quince años de la tragedia que enlutó a la ciudad de Riobamba, la explosión del polvorín de la Brigada Blindada Galápagos, suceso de tal envergadura que evidenció dos elementos graves a llamar nuestra atención: primero, como ciudadanos y gobierno; no estábamos (ni estamos) preparados para eventos de severa emergencia; y, segundo, esos eventos exponen a flor de piel la corrupción rampante de nuestras sociedades. Sobre lo primero diremos que es necesaria una agenda contundente de cultura proactiva y de aprendizaje de lo que implica un evento catastrófico, sea natural o fruto de la imprudencia humana, entre otras cosas: sistemas de protección, reacción temprana, prevención y respuesta.  Vivimos en una zona riesgosa, encuentro de placas tectónicas; no garantizadas como estables para terremotos, sismos u otro movimientos telúricos, rodeados de volcanes con propensión a la actividad eruptiva, vivimos en un lugar bello y paradisiaco pero con tendencia a presentar sorpresas no predecibles. Sobre lo segundo, si bien la mayoría de investigaciones se encuentran cerradas y no se obtuvo mayor esclarecimiento, hay algunos casos que todavía se hallan en estado de injusticia.  Los vidrios, techos, calzadas y demás daños materiales se arreglan, lo que no admite perdón u olvido son las pérdidas humanas, aún hay familias que no han recibido la verdad de los hechos ni el resarcimiento de sus derechos, niños quedaron huérfanos, familias dislocadas y un dolor en la memoria de los riobambeños que no sanaría sino con la frontal respuesta del Estado, su institución militar y los administradores legales de la época. Cada ciudad tiene sus muertos, sus desaparecidos, sus olvidos y recuerdos, sus espejos rotos como diría Borges, éste, para nosotros es uno que se resiste a quedar en el pasado, tanto por la pertinencia en el presente como por su prevención del futuro.  El polvorín marcó nuestra historia, para unos como el episodio de inicios de milenio, para otros como la lágrima que brota y fluye rozando retadora los hilos de la mejilla de la memoria.

Aquiles Hervas Parra
20 de noviembre de 2017