Será ese jolgorio de sonrisas
acumuladas el que venga, vecino del tiempo a golpear nuestra puerta. Aquel no lugar en el cual comprando o sin ello,
percibamos enjutos los sueños del futuro, años nuevos a diario. La hoja del tocte sonríe mientras el frío
viento de diciembre la sacude bailarina en su verdor de mediodía. Es veinticuatro de diciembre, apresurados van
los padres a ayudar a Dios, papá Noel, los reyes magos para que en la mañana
aparezca la sorpresa con la que brinquen gritones de pleitesía los hijos. No es tan descabellado declarar navidades
permanentes, el bolsillo no lo soportaría pero finalmente eso es lo que menos corresponde. Ver a la abuela brillar con el saco de lana o
el perro abusivamente encaletado de dos cuernos de reno, la madre y el padre, o
uno solo de los dos, con vacación y feliz en medio del tumulto de colores,
vale, y en creces de oro, plata o simplemente agua y aire. El pan de pascua es horrible, lo sabemos, sin
embargo con leche raspando pasa, los dulces, caramelos, galletas con formas de
animales, focos y más focos; es esa torunda armónica de ruidos agraciados la
que nos pone a todos la curva en la boca. ¿Por qué tiene que ser solo un día? porque
así queremos y nada más. Siete de abril,
diecinueve de agosto, cualquier data tiene la posibilidad de provocarnos
retador el mismo efecto abundante. Al
fin y al cabo de voluntad nomás se trata.
O es que nos comprometemos con provocar felicidad exclusivamente porque
otros lo hacen, felicidad por referencia, sin duda no. Con sus excepciones, activamos nuestras
fuerzas porque nos importa por unas horas que los nuestros o no nuestros sean
alegres, gocen de mágicas melodías y se atasquen de abrazos. Quien escribe sabe lo que algunos están
pensando, también hay cosas con las que ser críticos, lo seremos, pero de igual
manera que nos proponemos retar a navidades permanentes, no faltará un mejor
momento cercano para retomar la denuncia a los vicios y cagadas que nos
caracterizan. Hoy, más bien quisiéramos
ahondar en el reto. Pasado mañana no se
acaba la navidad, los chinos apenas ingresan en el día 25 ¿O se atrasan? no importa, lo que vale es
que, ese insaciable devorador de
circunstancias que es el tiempo reciba de nuestra parte el guantazo
blanco de la buena actitud, del optimismo y la dulce mirada. Que aguaitemos diciembre, enero, febrero con
la misma efervescencia que hoy nos embriaga de júbilo. Mientras este servidor escribe pone miel en el
pan, pucha qué linda que es la vida, cae una línea amarilla de ese milagro de
las abejas sobre ese otro milagro del trigo, y, vuelvo a recordar que la muerte
asquea solo cuando tienes así de bella la vida.
Termina el movimiento gravitacional y los ojos pretenden llorar,
mientras las lágrimas que provocas sean de alegría estás en el lado correcto
del abismo. En serio amigas, amigos, no
tiene que escucharse en la propaganda la típica publicidad de las nuevas ofertas
navideñas para que observes los ojos de quienes amas y les hagas sentir el
cielo en un segundo, nuestras historias y el mundo cambiará cuando nos
dispongamos seriamente a que todos los días sean navidad.
Aquiles Hervas Parra
24 de diciembre de 2017
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