miércoles, 6 de diciembre de 2017

FIN DEL CORREÍSMO




Disociemos de inmediato la idea del correísmo con los ciclos de respuesta al neoliberalismo, sin lugar a duda el balance final de la etapa de diez años ha perfeccionado condiciones estructurales de dependencia hacia los nodos pequeños y grandes del capitalismo transnacional.  Por lo tanto en este imbricado panorama hay dos realidades: el correísmo se terminó y después de éste nacerá algo nuevo en la medida que generacionalmente asumamos el reto como sociedad de retomar la respuesta cíclica a los tiempos que se vienen y que en parte ya estamos viviendo.  Los correístas se aferran a la asociación de ellos, en especial de su mesiánico líder, como única forma de esperanza; los anticorreístas decentes se hallan ciegos en su polarización legítima frente al abuso del poder del período aceptarán como válida cualquier programa en la medida que se mantenga como anticorreísta.  Estas dos vías son peligrosas, Carl Jung decía “El péndulo de la mente alterna entre sentido y sinsentido, no entre el bien y el mal”, por lo cual no es reprochable la posición que hoy los ciudadanos tomen, lo reprochable sería no asumir la obligación histórica de elevar la mirada más allá de lo inmediato, sea del pasado o futuro.  El ciclo de crisis del capital, sus efectos y las fluctuaciones de la economía mundial, así como la debilidad estructural de nuestra economía nacional no se han agotado, me permitiría aseverar que está incorporándose a su etapa más delicada, cuestión que además de ser enunciada en este artículo debe ser contrastada en números y tesis rígidas. Ante tal inminencia nuestro deber es moldear formas alternativas de política, economía y ética para encarar ese futuro cercano; responder a los autodenominados progresistas que sus períodos de gobierno no son la determinación del fin de ciclo, cuestión además de arrogante, perversa, así como desmentir a los anti progresistas con su cortina de salvadores solo por el hecho de presentarse como opción ante la coyuntura y el miedo.  Los héroes y las víctimas siempre serán una señal de la mentira, y ante ello el único camino es buscar decididamente la verdad, al menos pretender una versión humilde y sencilla de ella.  El correísmo se termina, se debe terminar, por el dolor que ha provocado en amplios sectores de la sociedad, pero no podemos conformarnos solo con ello, ya sabemos lo que estuvo incorrecto, ya lo hemos denunciado y su única continuidad debe ser la respuesta social, civil y legal frente a la justicia, la cual deberá operar con la misma fuerza que opera con la gente humilde.  Este ciclo culmina y de quejas no vive la sociedad, es pertinente este instante presentar alternativas, construir programas, edificar utopías con tiempo y espacio, pincelar caminos posibles.  Si la justicia no se encarga de Rafael Correa Delgado la historia lo hará, no conozco impunidad lenta en términos de la evaluación final, pero eso nada hará por nosotros la siguiente década, somos los ciudadanos de carne y hueso, los sencillos integrantes de la comunidad los que tomamos o no tomamos las riendas de las circunstancias, por ello lo único que nos dice este final es la invitación a no reproducir el la realidad que denunció el emblemático grafiti quiteño post-independencia “Último día del despotismo (correísmo) y primero de lo mismo”. 
Aquiles Hervas Parra
5 de diciembre de 2017

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