Un nuevo ciclo empieza en el globo,
más allá de los dimes y diretes o la indignación que el último triunfo
electoral del xenófobo declarado Donald Trump detrás de la cortina de
discusiones de la opinión pública se encuentra una realidad temporal
inminente: la debacle del imperio
unipolar estadounidense ha iniciado su fase de irreversibilidad. Eso no necesariamente implica que mejores
tiempos vendrán de manera natural o automática, allí más bien reside una
responsabilidad social inmanente a nosotros como generación, con especial
énfasis en los jóvenes. Que hallase
ganado Hillary Clinton o el magnate de los negocios es parte de una cuento con
final relativamente símil, el control global por parte del centro de poder
hegemónico actual enfrenta las dificultades más notorias desde su ascenso en
mediados del siglo XX y en ese escenario Latinoamérica debe encender las luces
altas de visibilidad. Escandalizarse,
desmoralizarse y perder la esperanza es el camino absolutamente desacertado en
las actuales condiciones; el planeta se está reordenando geopolíticamente y la
posición estratégica de la región es, sin lugar a dudas, de valor vital para
ese proceso de mediano plazo, porque además no podemos pensar de manera ingenua
que la ruina norteamericana va a ser libre de estremecimiento y altos grados de
violencia de salida, ningún imperio ha caído sin arrasar a su paso con garras
que se aferran a su permanencia. Otro
aspecto por el cual es importante entender la importancia radical de
Latinoamérica es la no aceptación a priori del surgimiento de nuevos imperios
(dígase de Rusia, China o la conjunción de bloques ascendentes) ante los cuales
la posición del continente del Abya Yala siga siendo la misma que desde hace
quinientos años de colonización y neo colonización ha mantenido al continente
como proveedora de materias primas y totalmente dependiente del sistema mundo
moderno capitalista, nuestra autoestima social está obligada a valorarnos como
paso previo indispensable para la postura ante ese sistema y las circunstancias
venideras. Por ello el debate sobre el triunfo de Trump es muchísimo más
amplio, quitar la cortina confusa que medios globales han creado y mirar con
profundidad de décadas permite trascender la querella simplificada del tema. El
mito de la irrelevancia de América Latina es un falso esquema levantado como
paradigma en la historia y lamentablemente en nuestras cabezas, si el tablero
internacional está siendo pateado por el encuentro de fuerzas de mercado,
culturales y sociales, nos corresponde a las y los -nuestroamericanos- sabernos
posicionar y alzando la cabeza para
mirar mejor y aprovechar ello para enaltecer la dignidad.
Aquiles Hervas Parra
8 de noviembre de 2016.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar