¿Es normal asesinar estudiantes?
¿Es normal asesinar a cualquier ser humano por razones políticas?
Definitivamente no. En la nación mexicana
la historia de violencia ha irrigado su suelo con sangre juvenil y estudiantil,
en estos cincuenta años a más de muchos sucesos clandestinos y secretos se han
perpetrado dos cruentas masacres a jóvenes estudiantes como respuesta a su
accionar político e ideológico: la matanza de Tlatelolco el 2 de octubre de
1968 en la Plaza de las Tres Culturas y el asesinato y desaparición forzada de
Iguala Guerrero el 26 y 27 de septiembre de 2014 a estudiantes de la Escuela
Normal Rural de Ayotzinapa. Algunos
mezquinos e insensibles los califican de guerrilleros que se lo buscaron, otros
más apáticos ni siquiera le dedican tiempo al tema, pero quienes tengan un
mínimo de empatía con el sufrimiento humano podrán compartir la ira y rabia que
produce escuchar que en los albores de la supuesta era de la razón y el
entendimiento humano, la muerte sea la única vía de respuesta a la objeción que
hace la juventud apostados en el sueño de un mundo mejor, más justo,
equilibrado y digno. Detrás de estas
manifestaciones populares protagonizados por los hijos del pueblo no está
solamente el fervor y apasionamiento idealizado de la edad, esa es una interpretación
bastante incompleta de los hechos detrás de su grito de protesta se encuentra
la evidencia del vigente sistema replicador del modelo de injusticia y extrema
desigualdad en tiempos que nos precedieron, en la lucha estudiantil palpita la
pendiente búsqueda de mejores condiciones para la vida. Es por ello que cualquiera que sea el
prejuicio que muchos sectores tengan sobre el accionar movilizado y activista
de los jóvenes deben, antes de emitir su juicio, mirar primero con más amplitud
los temas, demandas, consignas y criterios que rodean al movimiento estudiantil. Tanto en Tlatelolco como en Ayotzinapa y en
todos los lugares del mundo donde se organiza la juventud no se incuban
violentos, guerrilleros, problemáticos, agitadores o manipulados, se gestan
retoños de esperanza que renuevan el sentido que la palabra revolución le da al
pueblo para aspirar a salir de la circunstancias de explotación, abuso e
inequidad que la estructura del sistema ha otorgado a las mayorías de las
poblaciones. El literato argentino Julio
Cortázar sentenciaba “Es muy importante comprender quién pone en práctica la
violencia: sí son los que provocan la miseria o los que luchan contra
ella”. Por supuesto es nuestra responsabilidad
como jóvenes recrear formas más creativas de intervenir en la sociedad y
encarar a los Estados, mercado o cualquier forma de violencia sistemática,
pero, en los hechos enunciados de los casos citados e investigando el contexto
amplio que rodea y ha rodeado la historia de los jóvenes mexicanos se puede
concluir que fue el Estado, los grupos mafiosos y narco-políticos cercanos a
éste y la tradicional represión a los sectores populares el origen de la
violencia construida que terminó, una vez más, por encontrar en la muerte el
desenlace de la historia.
Aquiles Hervas Parra
4 de octubre de 2015.
No hay comentarios:
Publicar un comentario