martes, 13 de octubre de 2015

12 DE OCTUBRE, NADA QUE CELEBRAR



A pesar de que en la mayoría de países que conforman América ha sido ya erradicada de la oficialidad de los Estados las formas celebratorias del llamado día de la raza aún en algunos estratos sociales persiste esta noción por la cual este día sea un símbolo de homenaje en la fecha en la que el marinero genovés Cristóbal Colón tocó tierra firme en la mañana del 12 de octubre de 1492 en una isla de las Bahamas anunciando con ligereza metafórica el “descubrimiento del nuevo mundo” término que en lo posterior sería acuñado con más firmeza como novus mundus por el explorador italiano Américo Vespucio.  Por ello es importante pasar revista de algunos elementos históricos que deberían, y esperemos así suceda, reorientar criterios y provocar posturas contundentes contra ese símbolo del pasado.  América no fue civilizada, fue conquistada, saqueada y enajenada en sus culturas; nuestras tierras poseían grandes y muy sabias civilizaciones portadoras de conocimientos en ámbitos tan o más destacables que los occidentales de aquella época, gozaban de una relativa paz en su cotidianidad, acentúo por relativa porque como en todo rincón del mundo no faltaban las disputas territoriales, los avances imperiales internos o las guerras entre pueblos vecinos, pero, nada comparado con el genocidio europeo impulsado por la más perversa ambición que provocó el oro y los recursos locales en la sed de riqueza extranjera.   Como lo describiría Fray Bartolomé de las Casas en el clásico debate de Valladolid en la década de 1550 al exponer ante  la extrema crueldad de la esclavización de indios por parte de españoles colonizadores que además argumentaban que el indio al no parecerse al europeo o no entender el lenguaje podría carecer de alma y por lo tanto debía ser utilizado como animal de trabajo, el periodista e historiador Eduardo Galeano en un pasaje plantea que -los invasores llamaron caníbales a los antiguos americanos, pero más caníbal era el Cerro Rico de Potosí, cuyas bocas comían carne de indios para alimentar el desarrollo capitalista de Europa-.  Surge así la pregunta, quiénes conquistaron América ¿eran acaso representantes de la más notable civilización o expresión máxima del raciocinio? De ninguna manera, en palabras del historiador británico Edwin Williamson las carabelas primeras como muchas de las expediciones posteriores, los grupos se conformaban por toscos e incultos colonizadores provenientes de las poblaciones de Extremadura y Andalucía que además en su avaricia no solamente extremaban el trato a los nativos, sino se sublevaban en repetidas ocasiones a los gobernadores impuestos por la Corona, véase los casos de la isla La Española (hoy Haití) en la  misma década de los 90 del siglo XV, apenas años después de su llegada, agregando a esto la presencia también de calañas delictivas sobrantes en la sociedad ibérica como aparato militar de fuerza en las mencionadas empresas.  Esta codicia unida a la inopia en su proceder llevó a convertir un supuesto descubrimiento en una de las masacres más dolorosas de los anales de la historia, dos culturas se habían encontrado, diferentes y distantes, con otras maneras de validar la vida, unos mirando al oro y la naturaleza como sistema de riqueza y acumulación, otros simplemente como adorno y abastecimiento de necesidades respectivamente, y por supuesto esa diferencia tan marcada sobraba para los fines colonizadores, fue la fuerza y el poderío militar el encargado de doblegar a unos al servicio de los otros, someter a nativos en su propio territorio a la sed de fortunas de los recién llegados, de aquellos foráneos que configuraron lo que podríamos denominar la primera ola de migración ilegal masiva del mundo moderno. En ese sentido no hay nada que celebrar en esta fecha. Acomplejados, prejuiciosos o ignorantes de la historia los que sientan orgullo de reconocimiento de estirpes, noblezas, orígenes sanguíneos o cualquier otra absurdo discurso autocomplaciente alejado de la realidad, quien se reconozca como hijo de tanta sangre es porque lleva nula la memoria y fría la sensibilidad. Nada que celebrar toda una historia por condenar.
Aquiles Hervas Parra
12 de octubre de 2015



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