domingo, 20 de septiembre de 2015

EL CRECIMIENTO ECONÓMICO, PALABRA FALAZ



La falacia es la mentira puesta en acto o la acción manifiesta del engaño convertido en evidencia, por lo tanto enunciar que el crecimiento económico es falaz demanda una responsabilidad consistente en demostrarlo, procuraremos hacerlo tres breves puntos sintéticos de este artículo.  Primero, el argumento histórico: Sí siempre estamos creciendo, por qué a la actualidad siguen habiendo tan amplias desigualdades latentes.  A finales del siglo XIX el Ecuador y América Latina experimentaron una de las etapas  más abundantes de exportación de materias primas, para aquellas fechas el cacao constituía el producto principal copando un tercio de la producción agrícola en el país que en población ascendía al millón de personas, los hacendados costeños, los cuales no pasaban de veinte familias que habían expulsado a campesinos habitantes de territorios requeridos para ese monocultivo, se dispusieron de millonarias cuentas concentradas en oficinas extranjeras de firmas abiertas en ciudades europeas, los titulares anunciaban -la época del crecimiento ecuatoriano ha empezado-, apenas dos décadas después en los años diez del naciente siglo XX, una crisis de precios, el aparecimiento del Cacao africano y las plagas pondrían fin al breve auge.  Ese auge que benefició a pocos y costó el desplazamiento de seres humanos, el deterioro en muchos casos hasta ahora irreparable de la capa vegetal y del suelo, y, la explotación de la mano de obra fue calificado como “período de crecimiento nacional”.  Segundo; el argumento metodológico-técnico: hay un viejo y mañoso vicio en la lectura de estadísticas y no me refiero solamente a su manipulación que es lo más común, se trata de la intención de leer solamente las más favorables, generalmente los indicadores de crecimiento económico están basados en métodos de cálculo relativamente complejo en la ciencia económica, y, que tienen como factor común asentarse en los promedios o dicho con más propiedad las medias aritméticas y sus diversos derivados; más no leen otro antiguo insumo estadístico válido llamado la moda aritmética, no es lo mismo la media que la moda.  Aunque en las universidades nos den ejemplos en los que se parezcan, en la vida real hay abismos entre unas y otras muestras, es así que noventa y nueva familias pueden estar en la extrema pobreza que si calculamos en promedio junto a una familia de millonarios entre el lapso de uno y otro año la conclusión dirá todos han crecido en ese período, a pesar de que las primeras noventa y nueve familias aún sigan tomando agua con pan. Y tercero; la evidencia práctica, el discurso oficial gubernamental en nuestra patria ha hecho suyo este postulado del crecimiento económico propio de la economía capitalista, y que de forma contradictoria se ha declarado ante la opinión pública como un régimen  socialista o -sumak kawsista-.  Una y otra vez hemos escuchado al Presidente de la República exponer varios de los indicadores macroeconómicos con porcentajes positivos, el jaguar latinoamericano lo bautizaron, la duda es ¿Quiénes crecieron? y sobre todo ¿Quiénes tienen sostenido su crecimiento? ¿Los mismos acaudalados de siempre o las clases populares? es obvia la respuesta, los ricos se hicieron más ricos, la clase media mejoró sus condiciones pero sin sostenibilidad futura y las clases populares siguen exactamente igual, en vulneración directa de las novedades que pueda presentar el mercado como las cíclicas crisis globales o locales.  No puede ser de otra manera cuando al parecer las orientaciones de la política económica oficial son derivadas de las recomendaciones que leyésemos en el Consenso de Washington (véase John Williamson) o de los muy tradicionales postulados de los Chicago Boy en sus versiones neoclásicas y no monetarista por obvias razones (Véase Arnold Harberger), y, hasta en ocasiones recibimos tinterazos neoliberales trasnochados que espantan (Léase Acuerdo Comercial con la Unión Europea).  Entonces ¿Crecemos? No señoras y señores, no amigas y amigos -jóvenes en especial-, esa palabra es una falacia de muy sencilla demostración en la historia, metodología y evidencia real. Es un acomodo tecnocrático de la Economía de lo inmediato, vocablo con lenguaje seductor que confunde en circunstancias de momentánea abundancia pero que arremete con sus voraces y verdaderas fauces en la posteridad del tiempo.  El placer efímero que implica el crecimiento de un par de cuatrienios y estable para menos del 2% de la población, no justifica los costos de los años venideros; costos ambientales, sociales, distributivos, culturales y para el caso del Ecuador ideológicos, los cuales habrán de ser pagados uno a uno por nosotros las mayorías trabajadoras y las nuevas generaciones. Para finalizar y más que nada acentuar que entendido de esta manera ese crecimiento no es crecimiento, y la noción que nuestra mente dibuja de progreso o prosperidad, al estar sostenida en bases falaces de la retórica liberal se derrumba en cualquier momento y nos muestra su auténtica estructura escondida detrás de las cortinas que nos resistimos a abrir por miedo, indiferencia o bienestar momentáneo.  

Aquiles Hervas Parra
20 de septiembre de 2015.



                                                                                                                                             

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