sábado, 1 de octubre de 2016

COLOMBIA DESPUÉS DE LA PAZ


Transcurridas cinco décadas desde que estalló el conflicto, el hermano pueblo colombiano y de alguna manera todos nosotros como latinoamericanos, se hallan próximos a definir un giro histórico para su vida contemporánea.  Alinearse con la negación del acuerdo en función de lo que plantea el ex presidente Uribe significa plantear un ilógico y sin sentido, por lo cual quien escribe prefiere dar por hecho el positivo resultado electoral del plebiscito.  Indistintamente de los varios efectos parciales que aparezcan con el tiempo, lo avanzado mediante suscripción de la paz es exponencialmente mejor que el estado actual de la vida de los colombianos, en especial de las zonas rurales, lo que se aproxima después no es simple, el camino no se presentará llano, varias dificultades deberán ser sorteadas con creatividad, paciencia y empatía, lograr la reconciliación es un paso trascendental que no siempre deviene de la lógica mental, demandando más bien sabias reflexiones de mayor calaje en los seres colectivos.   El futuro puede ser supuesto con cierta objetividad mediante la mirada consciente del pasado, y la historia del continente entrega procesos símiles en la región.  En diciembre de 1996 la Unión Revolucionaria Nacional de Guatemala (URNG) firmó después de nueve años de negociaciones la paz con el gobierno de Guatemala, después de tres décadas de guerra resultado de los extremos niveles de pobreza que vivía -y vive- el pueblo centroamericano.  Solemnizados los documentos y frenado el estruendo de las balas han recorrido veinte años y la extrema vulnerabilidad de las clases desfavorecidas permanece como condición estructural, por ello en el debate colombiano implícita en la discusión inmediata de la violencia construida alrededor del conflicto deben correr voces de responsabilidad asumida como sociedad de los problemas sociales que dieron origen a la necesidad del uso de la violencia, además del muy difícil inconveniente de la droga.  Si esto no se asume ahora, mañana otras formas de ruido bélico llamarán a la puerta de una historia que aunque se empeña en cerrarse no descubre el picaporte del bienestar social.

Aquiles Hervas Parra

1 de octubre de 2016

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