Es una pregunta con altos grados de
complejidad, la Sabiduría que no es lo mismo que conocimiento, es, a mi humilde
criterio, la condición resultante de tres fuentes: el tiempo, los hechos y la
reflexión sencilla (no simplista). Sobre
el tiempo resaltar que una de las características más importantes dentro de sí,
sino la principal, es la experiencia, con el devenir de acontecimientos vividos
la memoria acarrea enseñanzas sobre los cuales adoptamos lo aprendido o no, y
para ello muchas veces demoramos mucho en consolidarlo como lección, de hecho
pateamos varias veces la misma piedra.
Sobre los hechos se podría percibir que son parte articuladora de la
experiencia en tanto que se establecen como formas concretas de ésta, siendo
así su manifestación de contraposición a la noción abstracta de la experiencia
general, además, es de resaltar que los hechos a los cuales le damos esa
condición suelen ser los más dolorosos, sucede que el sufrimiento y a su vez
las dificultades constituyen una fuente rápida de sabiduría pero nociva, está
basada en el miedo a la reiteración de los episodios dolorosos, y
lastimosamente en nuestra cultura es la fuente más común, un solo episodio de
sufrimiento puede equivaler a muchos hechos de experiencia acumulada, sin
embargo al ser el miedo su base el destino al que se dirige no es de bienestar
real. Entonces ¿Cuál es la alternativa
para dirigirnos a la Sabiduría? La tercera fuente, poco o a veces nunca usada,
puede ser la -reflexión sencilla- alimentada en parte de las dos anteriores, ésta
consiste en poner atención especial y profunda a los sucesos personales o
externos, minimalistas y cotidianos de la vida así como los históricos y sociales;
en el mundo, región, país, ciudad, barrio, hogar de los que formamos parte como
sujetos hay una carga extraordinaria en calidad y cantidad de sapiencia que no
hemos sabido observar, comprender, discernir y aplicar, la hemos vivido
despistadas/os. La reflexión sencilla es
el camino a la sabiduría que no tarda tanto como la experiencia, ni duele
demasiado como los errores. Este
sencillo acto de reflexionar el presente y pasado más la información teórica
disponible (conocimiento), la revisión de la historia (social) o la memoria
(personal), algo de inevitables dificultades no lesivas y la voluntad
radicalizada, son la combinación que abrirá un sendero hacia otra dimensión de
la existencia, hacia la paz, la tranquilidad, el bienestar armónico consigo
mismo, con el entorno colectivo y la naturaleza, el gozo de una forma de
felicidad real, en suma, vivir sabiamente como persona y agregarle sentido como
ser social.
Aquiles Hervas Parra
30 de mayo de 2016.