jueves, 28 de abril de 2016

EL ARTE, UN CAMINO PARA REVIVIR Y RECONSTRUIR



“La esperanza es esa cosa con plumas que se posa en el alma, canta la melodía sin palabras y nunca cesa” sentenciaba la poetisa decimonónica Emily Dickinson.  Transcurren las primeras semanas después del sismo que acabó con la vida de casi setecientas personas, mantiene albergadas aproximadamente a treinta mil y destruyó en incuantificables daños materiales las ciudades y pueblos aledaños al epicentro.  Ante ello nos preguntamos ¿Cuánto tardaremos en recobrarnos de esto?  Dos son las grandes incógnitas que nos ocupan: la recuperación emocional y la reconstrucción material.  Sobre lo segundo el costo y tiempo que implica el restablecimiento de las viviendas, infraestructura general y social de las zonas dependerá de la acertada coordinación de esfuerzos en materia de política pública, que orientada por el accionar de la sociedad civil confluya en una integración de esfuerzos y aportes, el país entero a pesar de la confusa emisión de reformas tributarias empezamos a pagar nuevos impuestos con el fin de arrimar el hombro.  La sociedad civil debe conformar entre damnificados y colaboradores la orgánica articulación de espacios de veeduría, control y fiscalización sobre  los fondos y arcas destinadas a las zonas afectadas con el fin de precautelarlos del permanente monstruo de la corrupción que acecha a la vuelta de la esquina, cáncer social capaz de convertir hasta las más dolorosas circunstancias en vil oportunidad de delincuentes de corbata.  Insistimos, ante esa amenaza la única vía es la organización social de los habitantes y sus respectivos respaldos civiles en el país.  Sobre el aspecto primero reflexionemos una propuesta.  Entre las organizaciones de voluntarios, jóvenes, activistas y ciudadanos se preguntan, en la medida que se agota el ritmo recolección de víveres solidarios y el voluntariado inmediato que asistió a las tareas de rescate cuál puede ser nuestro siguiente aporte humano.  Precisamente la situación emocional y la destajada sensibilidad efecto de tan severa hecatombe pueden ser el siguiente frente a ser asumido por el voluntariado.  La contundente capacidad de retorno a la vida que provee la actividad del arte es uno de los mecanismos más acertados de revitalización anímica y perspectiva de futuro para los sujetos; la música, danza, obras de teatro libre, pintura y toda forma de combinación de sonidos y colores que desplieguen en las retinas y oídos de las y los hermanos aquejados provocarán la progresiva elevación de la mirada hacia una esperanza venidera.  Además, el arte funciona como catalizador de otros procesos, reúne en el espacio a las personas y las pone en diálogo, articula orgánicamente la discusión de sus problemas, funciona como poderoso mecanismo de denuncia y protesta ante irregularidades o incoherencias del sistema.  No encuentro un solo efecto negativo que pueda devenir de la actividad creativa del arte.  Sus consecuencias son siempre favorables a la reproducción de la vida, la alegría, la indignación y el sueño por una justicia pronta y cercana.  Finalmente, el arte no requiere de expertos, es agradable observar, escuchar o palpar la creación de artistas que durante años experimentan con técnicas e innovaciones, sin embargo, en esta circunstancias todos podemos-debemos copar la tarea, no hace falta sino ideas creativas que se pongan en práctica en las zonas del desastre.  Fiódor Dostoyevski en la célebre y clásica novela -Los hermanos Karamazov- decía “Todos somos responsables de todo y de todos ante todos, y yo más que los otros”.  La propuesta queda enviada, que nunca falten espíritus altruistas con los cuales podamos combustionar en los hechos.

Aquiles Hervas Parra
28 de abril de 2016.

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