Otra muerte ha costado a la
población ciclo-movilizada la inconsciencia de quienes se trasladan en
automotores por la ciudad. Como fue de
conocimiento público la semana anterior perdió la vida una ciclista local a
causa del atropellamiento en la vía, sumando así una víctima más de la cultura
que no asume ninguna forma de alteridad y empatía con la vida del otro, de los
otros. ¿Se trata esto del escándalo
momentáneo que produce la muerte? Por supuesto que no, cada caído en el lado
injusto de la vereda significa mucho más que la indignación o el bullicio de
ese instante, se traduce en la vigencia de modelos mentales, políticos e
idiosincráticos plagados de insuficiencia de mirada, esa falta de sensibilidad
para con el/la otro/a: el ajeno. La quimera
de una urbe amigable, sana y abierta a todas las formas de movilidad sigue
siendo una utopía con derramamiento de sangre, nos resistimos a desvalorizar la
perspectiva material de la existencia y persistimos en priorizar en la escala
de las satisfacciones las comodidades individuales so pena del costo natural y
social que implica. No asumimos la
urgente necesidad de revalorizar este momentáneo lapso por el mundo con formas
menos criminales de coexistir, porque si, el exceso de uso del automóvil, la dependencia
absoluta de las energías fósiles y el egoísmo de espacio son un crimen con
víctimas que nos negamos a ver –entre las cuales además estamos nosotros/as
incluidos. Ni siquiera vivimos en el Distrito Federal, la Gran Manzana o Hong
Kong, habitamos en un lugar que dispone de la oportunidad histórica de
construir una ciudad distinta y de-construir los errores mentales de sociedades
abyectas a la vida, es una ciudad en maduración, hermosa sí, pero tiene muchas opciones
antes que la de ser hostil con sus peatones, ciclistas, motorizados menores o
con cualquiera mal denominado como “más débil”.
Por ello a ustedes los que sudan y perseveran, les damos un aliento de
empuje, Charles Chaplin decía “no todo es permanente en este retorcido mundo,
ni siquiera los problemas”. Por ello a quien pedalea y mete fuerza, ánimo, a
quien inhala y exhala a lapsos de vida el espacio; a quienes simboliza el
futuro aunque vaya montado en lo que la ignorancia considera como pasado, quien
usa su energía a costo propio y no la de la madre Pacha a factura adelantada de
los que ni nacen; quien madruga y no se
queja, quien repiensa la ciudad saludable, amigable y sensible; quien se
divorció de las horas pico o los infernales pitos; quien menea su cadera al
compás del viento en una salsa con el peligro; quien alza la cabeza del ángulo
del manubrio y mira en el horizonte una alternativa, para ustedes un aliento y
homenaje. En memoria de los caídos, para
Shirley y las decenas de ciclistas que dejaron su último hálito en el pavimento
a nombre de esta causa porque si, el mero hecho de moverse en bicicleta ya es
en sí una causa.
Aquiles Hervas Parra
25 de octubre de 2015