Todos los hicimos. Y con esto no pretendo eximir la
responsabilidad directa de los actores del conflicto bélico de Medio Oriente,
asesinos e inclementes que espontáneamente derraman sangre a diario en una
guerra que ha ocasionado centenas de miles de muertos inocentes. Solo que, mirando la fotografía del niño sin
vida a orillas del mar, en reflexión más profunda y asumiendo la interconexión
del mundo y sus habitantes; todos, de alguna manera indirecta tenemos una dosis
de responsabilidad con ese estremecedor cuadro.
El gobierno estadounidense invade en reiteradas ocasiones ha invadido
Estados nacionales del Oriente medio asiático durante tres décadas, el
extremismo islámico cultural y religioso encaja con el falso discurso
democrático del norte y se justifican a criterio de la opinión pública
norteamericana las intervenciones, se rompe el orden desestabilizando los
regímenes bombardeados y el efecto inmediato: grupos más extremistas aún
arremeten para tomar control de las zonas y una oleada de inocentes huyen sin
otra salida buscando refugiarse en cualquier lugar lejos del estruendoso sonido
de la muerte. ¿Qué hay detrás de todo
esto? Petróleo, energía, consumo. Acaso
este preciso momento en que escribo estas letras y usted estimado/a ciudadano
las lee, no estamos utilizando alguna prenda, artefacto o mecanismo que
requiere derivados de la materia obscura significante material de todo ese
dolor. Quien considere que la situación
de permanente agonía que viven otros a kilómetros de distancia nos es ajena, se
equivoca, los imperios dejarán de invadir los hogares de familias sencillas y
humildes que construyeron sus casas encima de los pozos el momento en que no
existan consumidores de tanta energía fósil implementada cada vez en cosas
menos necesarias, más desechables y no constitutivas del verdadero
bienestar. Sí queremos dejar de ver niños
muriendo, no mirar otra tan desgarradora foto de una criatura boca inerte a la
arena en vez de construyendo castillos en esa misma playa, dejemos de comprar
tantas cosas inútiles a aquellos asesinos insensibles e inhumanos que las
fabrican con sangre derramada en cualquier punto del mundo.
Aquiles Hervas Parra
15 de septiembre de 2015
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