sábado, 29 de abril de 2017

LIBERTAD SIN RESPONSABILIDAD




Cursamos el siglo XX y la ideología neoliberal ha incorporado exitosamente un tipo de discurso de la libertad en las subjetividades humanas.  Medio planeta maneja teóricamente la misma concepción de derechos humanos, no me atrevería a decir que es un fruto del capitalismo porque de hecho, en la práctica es este modelo el principal coartador de las libertades humanas.  El capital se encubre en la ilusoria cortina de una forma específica con la cual es incoherente.  Por ejemplo en teoría propone la libertad de mercado y en la práctica de la circulación de commodities transnacionales o materias primas (véase el ejemplo evidente en los petróleos) controla arbitrariamente los precios mediante pactos internacionales de imposición, vapuleando las leyes de oferta y demanda que ellos mismo reivindican una y otra vez en sus peroratas.  Las personas hemos aprendido ese vicio de modelo, hablamos de albedríos pero no las vinculamos con compromisos, y esa falta de anclaje arroja dos resultados ineludibles: primero la emancipación no se concreta sino solo en la ficción de nuestras cabezas, pensamos (abstraemos) que somos independientes; y segundo, si osamos a practicarla de forma desanclada con la realidad material terminamos sufriendo consecuencias sumamente dolorosas.  Aunque no sea libre quiero percibir que lo soy y pago con mi sometimiento el precio de tal mentira. El problema crucial de esta etapa de la historia es que hablamos de libertades sin asociarlas con las responsabilidades. Mientras más disociados tengamos estos conceptos y prácticas, menos realizable será la liberación real (Autonomía), y más dolorosos aún, los efectos posteriores de la ficticia noción de actuar sin autocontrol corresponsable.  La ausencia de auto-regulación abre la puerta para que agentes externos a mi existencia regulen a su modo mi marco de movimientos, sea el estado, la iglesia o cualquier estamento recicla las simuladas manumisiones para convertirlas en normas, a la luz de sus intereses materiales o morales.  Nos molesta tal regulación pero ante ésta oponemos solo meras abstracciones y no concreciones de la responsabilidad.  Si fuésemos capaces de someter la voluntad a las auto-normas de nuestro propio discernimiento a modo de principios estables y equilibrados, la puerta quedaría absolutamente cerrada a esas injerencias externas.  Ahora bien, ese apenas es el dilema de la dicotomía liberal de estos conceptos; personalmente considero que tal concreción es insuficiente, porque con todo y auto-determinación plena de algunos sujetos, la construcción sistémica avasalla a los individuos no subsumidos de forma directa o indirecta en las leyes del capital.  Por lo cual al mismo tiempo de la concreción de las libertades responsables es indispensable tejerlas en lo colectivo, es decir construir la Autonomía para confrontar y desmontar a los modelos que no pueden convivir con los tejidos sociales autónomos.  Hoy esos modelos, aunque en crisis, están relajados, porque las personas en general piensan que son libres y con esa porción restringida y abstracta de aparente independencia el modelo no está en peligro.  Debería ser innecesario decirlo pero por si acaso alguien lo dude: No estamos emancipados y mucho menos autónomos.  Quien se esquive del marasmo de mitos y mueva ligeramente la cortina de su pretensión de verdad interior, podrá verificar que tal aseveración es cierta, y aunque incierto es el camino a la versión alternativa de la vida, no es imposible.  ¿Qué nos corresponde? Hacer ese ejercicio reflexivo de cuestionarse, descubrir la consciencia de no-libertad y tejer con los otros las emancipaciones para convertirlas en Autonomía, plena y potente, infranqueable para las redes arrasadoras de la modernidad capitalista y sus falsos discursos.

Aquiles Hervas Para
29 de abril de 2017

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