sábado, 24 de septiembre de 2016

AY PAME ¿Y LO GASTADO?


Una de las instituciones menos transparente del Estado actual, el Consejo Nacional Electoral estuvo a punto de realizar el conteo de firmar sobre el pedido de referéndum del colectivo -Rafael contigo siempre-, hasta que éste “declinó” su trámite.  La organización que promocionaba la posibilidad de que el actual presidente de la República  lanzase su candidatura a reelección, de forma repentina y sin escatimar en los recursos empleados retiró la iniciativa.  Si bien el gobernante ha jugado irresponsablemente con la democracia y las reglas electorales a su antojo con el vaivén sagaz o caprichoso del “me lanzo, no me lanzo, ahora si me lanzo, ahora si no me lanzo”, clausuró el asunto una vez que faltando pocos días decidió salir de la contienda e inscribir bajo disposición normativa tal decisión de poner el pie a un lado, él mismo habría sentenciado jurídicamente el tema y sellado cualquier alternativa con el clásico candado sin llave jurídica, no se necesita saber de leyes cuando el sentido común permitía ver con claridad  la imposibilidad legal de reelección.  Pero, como nunca falta, un grupo extraordinariamente extravagante de la política liderado por una rara joven de personalidad no antes vista, con el  apelativo fanático de -Rafael Contigo Siempre- puso a pensar a toda la población en la posibilidad de mirar al gobierno actual aplanar las leyes sin fundamento alguno y mirar el retorno del jefe circense, aplanadora que ya han usado en otras circunstancias.  -Ay Pame- dijo Correa, respondiendo las convocatorias que emitía esta organización, y tal actitud de ultra exaltación ególatra de la figura del mandatario habría abierto un puente entre esbirros, acólitos y desesperados con el poder, puente que nos permite presumir al borde de afirmar que se financió una pantomima  informal de recolección de firmas, camisetas, brigadas y clientelismo juvenil de la cual como ciudadanos mínimo debemos saber sus fuentes.  Esta semana se cierra el capítulo de tajo y sin ninguna explicación, se permitió avanzar un proceso sin fin legal posible y se derrocharon recursos que con el tiempo sabremos si fueron o no institucionales, es decir si nos pertenecían o no a nosotros la ciudadanía contribuyente y trabajadora.  Por el momento la incógnita de lo gastado quedará en nuestras cabezas y aspiramos a preservar nuestras memorias para no dejar pasar campante a la corrupción.  Volver a ver los arrogantes y burlescos dientes de la Pame como respuesta no puede ser permitido, ya que además de vergonzante como para la juventud del país, el episodio es una ofensa a la humilde y pujante dignidad popular.

Aquiles Hervas Parra

22 de septiembre de 2016

sábado, 17 de septiembre de 2016

LA RECOGEBASURA Y EL ESTUDIANTE


Foto no correspondiente a la historia


(Basado en hechos reales)
Daban las siete de la mañana en la fría ciudad localizada por encima de los 3500 metros sobre el nivel del mar.  Él era estudiante de ciencias sociales y salía de su hospedaje cargado el equipaje, su viejo computador y la paca de libros adquiridos en la localidad que investigaba, algunos kilos rodeaban el cuerpo del joven que se dirigía por las empinadas cuestas de la urbe, había insertado los libros en paquete de embalado de plástico para poderlos transportar.  Varias cuadras recorridas en medio de los agitados movimientos de inicio de la jornada, la ventisca matutina chirleando su cara; comerciantes, constructores y buses confluían en la zarandeada del lugar.  El estudiante miraba sus zapatos a medida que emprendía cada paso, de repente y por sorpresa, una vieja señora transeúnte en la misma dirección se localizaba en su frente, bastante languidecida y con lento caminar daba pasitos cortos, aunque concisos, en el gris asfalto de la vía, a su espalda llevaba un morral grande y repleto de cosas desconocidas.  Pasiva y con los ojos derrumbados por debajo del ángulo recto de su inhóspito norte la señora, parsimoniosa y sin sonrisa, caminaba por las calles de la mañana.  El joven, apresurado y con ansias de llegar a su destino la rebasó sin mayor fijación, a lo mucho se percataría que al igual que él, llevaba cargas rodeando su cuerpo, y en una fracción de tres segundos, cuál si se tomase fotografía instantánea estaban ella y él pisando el mismo espacio común, en la misma vereda helada del invierno culminante.  Habría avanzado al menos cinco cuadras y su cuerpo no resistió más, un inflamado dolor de espalda sometió al muchacho que lo sentó de golpe en la esquina previa al inicio de la siguiente empinada, allí arrimó su maleta y acomodó en su costado la paca plástica de libros con el fin de tomar respiro y darle receso a sus hombros.  Apenas cuatro minutos de estacionado, sobre el flanco derecho de su vista, aparece flemática y con andar pausado la anciana hace poco rebasada, sin embargo venía con otra aura o la observación del agotado estudiante ya no eran los mismos.  Diecisiete pasos desde su aparición hasta la esquina diagonal a dónde él estaba reposando, se situaban cuatro negras fundas de basura a las que la longeva se dirigió, sus arrugadas manos con paciencia y celo escarbaban por encontrar las novedades de la noche, tres de esas fundas son seleccionadas, giro de sesenta grados y rumbo a la diagonal, brevísima mirada de la señora al joven que al parecer había copado su puesto, ninguna violencia, pacífica y serena camina quince pasos en esa dirección y se sienta en la vereda a un metro y medio del muchacho.  Éste, ensimismado con la escena se fija en ella, era hermosa, dos preciosas trenzas colgaban opacas pero perfectas de su canosa cabellera, de estatura pequeñita, no más de un metro con cincuenta cada vez que alzaba el pie para moverlo ligera lo hacía con contundencia de guerrera, dos ojos de círculo exacto con pestañas largas y negras  acompañaban las líneas gruesas de su sedienta pero serena boca, faz de ángel en la cara de la octogenaria, así es, tendría no menos de ochenta años y estaba allí escogiendo lo que iba y no iba a cargar, quince minutos después y habiendo comprimido las novedades en su morral y en las bolsas de tela laterales, inclinó las rodillas, las templó y siguió su expedición.  Él, que no había sentido el tiempo, perplejo, impotente y cargado de dudas tenía sola una certeza, su pesada paca de libros no valía nada en comparación con el morral de la veterana y el peso diario que la endurecida señora acarreaba.  La única manera de hacer que los libros valgan ese peso, es que dibujen algún posible camino para que tan injustos episodios dejen de existir,  sin esa obligación ética y a partir de esa simbólica revelación de vida, nada tendría sentido en el futuro para él.

Aquiles Hervas Parra
17 de septiembre de 2016.

sábado, 10 de septiembre de 2016

EL MIEDO AL SUBDESARROLLO




Para mantener el orden del sistema, quienes lo administran o se benefician de éste, no solamente dominan a los subalternos que están fuera del modelo, sino que deben mantener el control ideológico sobre quiénes se encuentran dentro (a pesar de que esa inclusión es ficticia).  Tomemos como ejemplo el paradigma más contemporáneo -el desarrollo-; para que se mantenga como tal, además de explotar desproporcionadamente a los otros, sea por mano de obra desvalorizada en países “subdesarrollados” y periféricos, o por los recursos de la naturaleza en los territorios que habitan, los apropiadores reales de la ganancia/capital necesitan que los países donde se asientan los beneficios del flujo de acumulación tengan un criterio compartido de encontrarse en el espacio correcto, defiendan su prototipo ideal y para eso se usa la estrategia del miedo.  Se elabora y nutre de forma permanente la idea imaginaria de los otros, estos tienen que ser vistos como subdesarrollados, reflejo de lo terrible: desagradables, inferiores y sobre todo peligrosos, tanto así como para que los integrantes de ese “desarrollo” no solo defiendan esta concepción por sus comodidades adquiridas, sino por la severa turbación que les provoca  el supuesto de ser o vivir como les dijeron que son o viven los otros.  Claro, para que esto no suene a teoría conspirativa en la que un grupo secreto y omnipresente ha encontrado la manera de organizar todo el sistema, es importante agregar que la tarea, consciente o inconsciente, de conformar ese discurso social la han asumido varios sujetos y grupos que se adaptaron a alguna parte beneficiaria del circuito, aunque sea por patrocinios limosneros: grupos políticos, medios de comunicación hegemónicos, buena parte de intelectuales y académicos, sobre todo la educación, privada o pública, entre varios actores, han sido quienes alimentan esa idea de ficción sobre el subdesarrollo que sostiene en pie el avasallante modelo actual. 

Aquiles Hervas Parra
10 de septiembre de 2016.

viernes, 2 de septiembre de 2016

NOS HACE FALTA CONFIANZA, CASO DEL FÚTBOL Y DEPORTE ECUATORIANO



Iniciamos las Eliminatorias con cuatro triunfos sucesivos de la selección, sin embargo ésta no es una novedad en la historia del fútbol reciente en Ecuador.  Desde el año 1998 los arranques han tenido, en promedio, puntajes elevados y posiciones de competitividad en la tabla: 1998 (9 puntos), 2002 (10 puntos), 2006 (10 puntos), 2010 (8 puntos), 2014 (12 puntos) y 2016 (13 puntos), de los cuales clasificamos a tres mundiales y de estos tan sólo en Alemania 2006 pasamos a octavos de final en la cual un soberbio zapatazo de tiro libre del inglés David Beckham en el minuto 60 culminaría con nuestras aspiraciones.  Por otro lado el marchista cuencano Andrés Chocho después de más de una década de entrenamiento profesional es descalificado por errores técnicos en tres ocasiones entre las Olimpiadas de Londres 2012 y Río 2016,  en esta última habiéndose encontrado hasta el kilómetro 33 (de 50) entre los ocho primeros lugares.  Nace la incógnita ¿Por qué logramos empezar bien pero no dar el siguiente paso?   No se puede negar que todo proceso implica etapas, y éstas a su vez demandan tiempos recurrentes a ciclos, la necesidad de mayor financiamiento al deporte desde el Estado también juega un rol que no debemos obviar, empero estas cuestiones, es indiscutible que a pesar de los procesos hay un elemento que juega en nuestra contra una y otra vez: no somos capaces de sostener mentalmente una victoria, más aún cuando el ciclo de presión de una contienda se intensifica o los rivales son supuestamente superiores.  Claro, ésta no es culpa endosable a los deportistas; como sociedad ecuatoriana y latinoamericana padecemos del doloroso mal sembrado a raíz de una reciente historia (500 años) de sometimiento, explotación y destrucción de la autoestima social, herencia colonial-cultural para ser más precisos.  Nos plantaron de forma avasallante la idea de inferioridad y esta ficción aflora en múltiples circunstancias, entre ellas la deportiva.  Afortunadamente como toda mala hierba, ésta puede ser arrancada.  Era apenas un niño cuando miré en televisión nacional los ojos de Jéfferson Pérez en trasfondo de la bandera tricolor, primera medalla olímpica para Sudamérica en los Juegos de Atlanta de 1996; o poco después la ocasión en la que estalló el Atahualpa con el golazo marcado ante Uruguay por la gloriosa selección de Aguinaga, Delgado, De la Cruz, Hurtado, Méndez, entre otros, evocando al unísono con el fragor rozado de una sacudida red el famoso y hasta hoy coreado -Si se puede-.  Qué tenían en común los ojos de estos guerreros inauguradores de un ciclo nuevo para el deporte de la patria: todos de origen popular, todos venidos de contextos improbables de triunfar, todos caminantes de “abajo” pero con el brillo de sus miradas emocionadas que transmitían la convicción de creer firmemente en sí mismos y por lo tanto creer en su pueblo.  Erigieron el sencillo manto de victoria con la mano apretada de la confianza, desplantaron la mala hierba de la inseguridad y cimentaron en su autoestima, la digna altura de ojos altivos llevando sus cuerpos y equipos a ese mismo estado.  Dejaron de pensar en el adversario para derrotarse a sí mismos y alejarse con modestia y respeto del contrincante que suspirante se quedaba atrás, cuestión que en el deporte además no existe.  Si esa firme idea sembrásemos en las actuales y nuevas generaciones, el lamento de extraordinarios inicios sin finales felices fuese superado, naciendo así otra posible historia de deporte, fútbol y realidad social ecuatoriana repleta de humildes victorias.

Aquiles Hervas Parra
2 de septiembre de 2016.