Es probable que se fragüen
debates atascados acerca de la tendencia ideológica del Presidente de la
República entre detractores y simpatizantes, éste se auto proclama de izquierda
aunque tenga severos momentos conservadores, una política económica tendiente
al neo-keynesianismo y en general una apuesta al crecimiento económico
desarrollista como vía programática, pero, en lo que no hay forma de discutir
es que su boca varias veces ha expedido un discurso supuestamente anti
imperialista. Arremetía contra los
regímenes norteamericanos aupando a sectores progresistas y hasta llegó a
expulsar del territorio nacional a la base militar estadounidense apostada en
Manta. Es así que en uno de los tantos
giros a los que nos tiene acostumbrados, el mandatario recibe en visita oficial
a Recep Tayyip Erdoğan, Presidente de la República de Turquía. ¿Quién es este infausto personaje? Lo
resumiríamos en una palabra: muerte. Se
ha denunciado internacionalmente que Erdoğan y su familia compran el petróleo a
ISIS, organización criminal rechazada a escala global por sus reiterados
atentados mortales y responsable, entre otros, del conflicto reciente en Siria,
así como en varios países de la región, el hijo del líder turco, Erdoğan
junior, precisamente dirige una empresa energética en el país, y para sustentar
esto se publicaron fotografías de ingentes cantidades de petróleo transportadas
a la frontera turca. También el gobierno
turco ha sido desde la Guerra Fría hasta la actualidad uno de los principales
aliados del gobierno norteamericano en las intervenciones militares sobre la
zona del Medio Oriente y el cuidado de los intereses petroleros y energéticos
del imperialismo mundial. Recordemos que
en la llamada Crisis de los Misiles de 1962 es precisamente Turquía el lugar
donde los Estados Unidos ubican ojivas nucleares de capacidad de destrucción planetaria
como arremetida geopolítica contra la Unión Soviética, que a su vez tenía
localizado armamento análogo en Cuba. Turquía
ingresó a la OTAN en 1952 a partir de lo cual bases militares estadounidenses y
de la Coalición se han instalado en el territorio otomano y en múltiples
ocasiones han surgido desde ese punto las más cruentas y dolorosas invasiones y
bombardeos, igual que en la actualidad; muchas de las fotos de niñas, niños y
pobladores muertos en Siria proceden de misiones que arrancaron con el apoyo
del gobierno de Erdoğan. A esto
agregamos que el régimen ha asesinado a centenares de militantes kurdos que
exigen su legítima autonomía en la zona, masacres como la más reciente matanza
de Cizre demuestra la perversidad y cruenta reproducción de la muerte que
simboliza ese gobierno. Por ello es que
decir Fuera Erdoğan no es un acto de -malcriados- como lo cataloga el
Presidente Rafael Correa, rechazarlo significa la mínima coherencia que el
sentido común estipula contra personajes tan siniestros, pero claro no es de
sorprenderse que nuestro gobierno “progresista”, en su afán desesperado por no
desvincularse con los circuitos del capitalismo transnacional entregue en
bandeja de plata la concesión del Puerto Bolívar a los tentáculos del vil imperio
que hoy hegemoniza el mundo. Nos
quisiéramos detener a preguntar por qué el alfil Erdoğan entre varios países de
Latinoamérica escogió acercarse al gobierno del Ecuador, la respuesta es obvia
y no hay nada nuevo de lo cual admirarse.
Aquiles Hervas Parra
9 de febrero de 2016
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