A pesar de existir muchas experiencias
previas en la historia, en el siglo V a.C., el siglo de Pericles, la democracia
ateniense es la primera de la que se tiene un registro detallado, el término
proviene del antiguo griego δημοκρατία
que une dos vocablos δῆμος que
significa demos, se traduce en pueblo; y, κράτος que se significa krátos, se traduce en poder o gobierno, es
decir se trata del -poder del pueblo-. Pero,
cabe aclarar que en aquel entonces no
todos eran considerados/as como ciudadanos de ese pueblo, las mujeres y los
esclavos no tenían derecho a votar en la Asamblea de Atenas. Han pasado veinticinco siglos entre los cuales
tres hitos han reformulado la democracia parlamentaria: la reforma británica de
1689, la revolución americana de 1776 y la revolución francesa de 1789; y, por
lo visto, la exclusión por diversos motivos persiste, si bien es cierto las
luchas de género y de igualdad universal ante la ley en el ejercicio electoral ha
logrado avances acertados en la votación universal, por el lado de la
representatividad el acceso a los sistemas de participación enfrenta problemas
de marginación vigentes por muchos motivos, en especial el económico. Los votantes una y otra vez nos enfrentamos a
la ˂˂elección del mal menor˃˃ dentro de las opciones que se presentan. En esta situación nos encontramos una gran porción
de habitantes del Ecuador ante el acercamiento de los procesos electorales del
2017, escoger entre una corrompida Revolución Ciudadana que traicionó a sus principios
fundantes, en especial el mandato otorgado con la Constitución de la República y
toda la estructura progresista y de avanzada que de allí surge en letras, y,
por otro lado el retorno al funesto pasado
de las dos décadas que preceden al 2008 donde la anulación del Estado por las
recetas neoliberales movió a la patria a una de sus más graves crisis con el -salvataje
bancario- como símbolo principal de ello. ¿Elegimos otra vez el mal menor? Considero que hay otra alternativa, Jean
Jacques Rousseau en su clásico libro el -Contrato Social- decía “El Estado social
será ventajoso para los seres humanos sólo cuando todos posean algo, y ninguno
tenga demasiado”, esto se interpreta tanto desde un enfoque de recursos
materiales como desde la acumulación del poder.
Las y los ciudadanos comunes y llanos, trabajadores y motores reales de
la vida del país no disponen de los recursos para conformar proyectos nacionales
fácilmente como una alternativa colectiva legítima y popular, a no ser que como
ha demostrado la historia en algún gajo de alta creatividad o el advenimiento
de circunstancias imprevisibles se abran caminos en el esquema de participación,
por eso los problemas de la Democracia de Atenas hace dos mil quinientos años
siguen presentes hoy con otra forma contemporánea. Ante la adversidad, sólo y siempre
soluciones: la densidad poblacional ecuatoriana en términos provinciales no
anula todas las posibilidades de pensar en un equilibrio en la acumulación de
poder. Tanto las décadas de sangre que
corrió en la historia mundial para constituir una forma de equilibrio entre el monarca
y el Demos (Pueblo); así como nuestros treinta años de agitación social nacional
traducidos en algunas de las instituciones legales de la Democracia Directa que
hoy constan en la Carta Magna, nos llevan a pensar en que la responsabilidad
que hoy tenemos va mucho más allá de esperar a la correlación de fuerzas entre
proyectos descompuestos y corruptos de falsa izquierda y derecha. En las provincias hay personas con principios,
transparentes, capaces, muchas de ellas no han optado por politizarse en el
pasado, y pueden-deben asumir un compromiso, consolidarse desde y ante el
pueblo como una alternativa local y en lo consiguiente conformar una plataforma
nacional que sopese en la Asamblea el poder de cualquiera de los que lleguen al
Ejecutivo. Claro, esto no garantiza
futuros estáticos, el ser humano es susceptible de corromperse y la misma
Democracia Occidental Liberal como institución es más compleja de abordar,
además de criticable en amplísimas dimensiones; sin embargo ¿Qué hacer entre esperar
al azar o mover el tablero para mejorar las perspectivas? La respuesta es más
que obvia.
Aquiles Hervas Parra
22 de noviembre de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario