miércoles, 7 de febrero de 2018

HACIA DÓNDE VA EL PAÍS



La política va hacia donde las mayorías quieren que vaya, o al menos así debería ser.  Una vez anunciados los resultados de la Consulta Popular del 4 de febrero de 2018, un escenario de incertidumbre cubre los análisis políticos y económicos.  Las fuerzas que circundan al gobierno actual miden los pulsos generados en regiones y zonas, así como los espacios de influencia de la contrafuerza; su oposición correísta exalta el resultado como triunfo simbólico y base electoral de partida.  Los demás, el noventa y nueve punto nueve por ciento de la población expectante del duelo de legitimación, mira, observa y en pocos casos participa.  Éste es un momento determinante para la emergencia de nuevos actores, procesos, plataformas y coaliciones; sí y solo si entendemos que la política es parte consustancial a la existencia de las sociedades, habremos de movernos de nuestras zonas de confort y asumiremos como nuestro el centro de atención de la construcción de lo público.  Desplazar a las viejas clases políticas, así como las recientes, es misión trenzadora de historia, más aun cuando nos hallamos entreverados con inminentes escenarios de crisis, nacionales e internacionales.  No se mira con claridad que los equipos políticos y económicos del gobierno actual presenten programas concisos para apalear o mitigar las circunstancias, y menos convencidos estamos que en ese escenario ineficiente, el mesianismo autoritario que vivimos durante diez años con el ex presidente Correa sea la respuesta.  Por lo tanto si de abrir senderos se trata, la participación popular ahora, más que acto consciente es una necesidad urgente.  Citaré dos elementos de reflexión panorámica para esbozar ruta en medio de la dicotomía excluyente: primero, es importante que en las localidades se articulen procesos alternativos de opción electoral para los procesos venideros, la clase política está caduca, más allá de las derechas y falsas izquierdas, el común de las personas demanda proyectos de identidad compartida, de reflejo de los problemas cotidianos, desde lo más personal a lo estructural, para eso es importante desde las diversidades los sentidos comunes.  Segundo, a nivel nacional, una vez más requerimos pensarnos, repensarnos y responder la pregunta de ¿Qué tipo de país aspiramos? ¿Retornamos a las viejas recetas neoliberales, trabamos pacto con las rancias oligarquías, evadimos discursivamente la complejidad que las inflexiones del capital transnacional presenta? o le damos cara al problema con nuestras capacidades, muchas y fuertes, mediante una proyección sesuda del corto, mediano y largo plazo. Es de resaltar aquí el esquema que el Foro de Economistas Alternativos y Heterodoxos presentó al país poco tiempo atrás, reactivación económica; política fiscal; déficit fiscal; políticas agrarias; políticas de sector externo; cambio climático; agua y bioeconomía, entre otros.  Tanto en Política como Economía el único camino viable es el de organizarnos y disputar en el escenario de lo público las directrices por las cuales se dirigirá la institucionalidad integral del Estado, todo lo contrario a ello nos dejará al borde del abismo. 

Aquiles Hervas Parra
5 de febrero de 2018. 

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