lunes, 2 de enero de 2017

¿QUEMAMOS TODO EL AÑO VIEJO?



Son las 12H00 y mientras el fuego consumía el tradicional monigote que representa el -año viejo-, lo observaba y me preguntaba dos cuestiones: ¿Debemos quemarlo completo? y ¿Es el pasado un concepto de absoluta superación?  Las respuestas a ambas incógnitas son obviamente simbólicas, no existe la posibilidad de mantener una pierna, brazo o cabeza del muñeco sin volverla cenizas, pero metafóricamente en esas cenizas subsisten claves para el futuro, futuro que es en términos reales -presente trascurriendo permanentemente-.  La sociedad utilitarista-capitalista de hoy (mal llamada moderna) ha validado al pasado como poco útil o disfuncional a las necesidades de sus valores centrales: el consumo, el mercado, la fuerza laboral, el placer, etc.  Uno de los ejemplos más directos para evidenciar nuestra perversa posición con el pasado es el tratamiento que les damos a nuestros ancianos y ancianas, abuelos, y abuelas, adultos mayores en general, emocionalmente ocupan un especial lugar en nuestro afecto pero en tiempo y espacio les hemos retirado la importancia que ameritan, los satanizamos como poco útiles para las dinámicas y demandas del sistema, los estamos quemando constantemente de forma absoluta, no hemos sido capaces de observar con mayor profundidad la potencialidad que acarrean en su existencia.  En tanto vivos son potente memoria, fuerza de halito que silenciosa guarda sabiduría, y al cual al no ser valorada permanece inmóvil y estática en asilos, cuartos obscuros, casas solitarias.  Si tan solo preguntásemos a nuestros amados viejitos una y otra vez lo que piensan de la vida o cómo la afrontaron en sus etapas, centenares de problemas que hoy se entrampan en atolladeros, tenderían a la solución de forma extraordinariamente más rápida.  Hermoso sería el futuro con textos editados sobre la memoria de las anteriores generaciones puestos en contacto con las nuevas descendencias en escuelas, secundarias y universidades, ésta última debería tener como misión social la recopilación, sistematización y ordenamiento de crónicas, narraciones, habilidades, artes, cultura, cuentos y tantas otras fuentes de saber popular vivo en la mirada nostálgica de nuestros adultos mayores.  El poeta español Antonio Machado decía “Ni  el pasado ha muerto ni está el mañana, ni el ayer escrito”, el mundo actual, cosificado al extremo, no mira como útil lo retrospectivo, se ahoga en la inmediatez a la que sentencia como una forma de hedonismo de las satisfacciones instantáneas.  Mientras el fuego consumía las parcelas viejas de trozos del traje, aserrín y recuerdos del 2016 simbolizado en ese cuerpo con careta, una ligera y repentina llovizna se empeñó en detener el avance de la candela, partes del monigote sobrevivieron, partes que transmitieron clara una idea, no todo el pasado debe quemarse, historia y memoria hablan pero debemos re-aprender a escucharlas. 

Aquiles Hervas Parra
2 de enero del 2017
 

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