domingo, 17 de enero de 2016

¿EL CLIMA ESTÁ LOCO?



En las ciudades de la región andina como en el mundo entero estamos viviendo azotes de climas y variaciones de temperatura nunca antes registrados, es común escuchar a las personas, en especial los ciudadanos que se encierran en las urbes los lamentos por el grave calor o la lluvia repentina e inmediatamente sentencian de una forma extraña -el clima está loco-.  Será posible que la naturaleza haya decidido encapricharse con la humanidad en estas épocas y envestir con diferentes cambios climáticos inesperados e intempestivos. Definitivamente no, nosotros estamos fuera de los cabales.  Estamos cosechando los primeros frutos amargos de nuestra conducta cultural sembrada, recolectamos el resultado del modo de vida y hábitos de consumo desenfrenados, convertimos a nuestra etapa de la historia como la más desechable y menos preventiva, y supuestamente en el albor de los mejores momentos de la “modernidad”.  Si continuamos en este ritmo, y en el caso latinoamericano y ecuatoriano si copiamos modos de consumismo más graves como el estadounidense; a finales del  siglo necesitaremos cinco planetas para proveer la demanda de recursos que satisfacen el libre consumo de ese modus cultural referenciado.  Se trata de un suicidio colectivo, inconsciente pero visible, apelable al sentido común aunque asentado en el ejercicio de la libertad, mal entendida e interpretada exclusivamente en función del placer.  Estamos matando el hábitat, la biodiversidad, la Madre Tierra y firmamos una carta de muerte futura para nosotros o futuras generaciones, no alejadas sino bastante próximas.  ¿Qué hacer? No basta con escandalizarnos y quejarnos desde la incomodidad del calor o el paraguas de la lluvia, requerimos asumir conductas auto reguladas radicalmente aplicadas a la cotidianidad, ni siquiera en suficiente reciclar, por cada kilogramo de basura que reciclamos, dieciocho gramos de desechos se enviaron a la naturaleza para producir ese kilogramo, el verdadero problema está en consumir menos, retomar la inventiva, el ahorro, la reutilización y la resistencia a la -obsolencia- percibida o programada por campañas de renovación rápida de bienes, estos como varios de los caminos para permitir respirar al mundo.  Si nos empecinamos en continuar este nivel de consumo los efectos venideros superarán los soles o aguaceros desubicados del calendario, y, cuando eso suceda el desequilibrio ocasionado podrá ser tan tardío que la tierra en su principio de auto-conservación como principio de vida se re-equilibrará mediante episodios de desastres naturales cada vez más fuertes.  A pensarlo y actuar, está en nuestras manos.

Aquiles Hervas Parra
17 de enero de 2015

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