Existe una discusión relativamente
vieja sobre la apropiación ideológica del Populismo o la mirada de éste como
instrumento de cualquier corriente indistinta a su fuente conceptual. Este término se acuñó de manera formal en el
ámbito de la política entre los agricultores estadounidenses durante inicios
del siglo XX para identificar una postura dicotómica a ciertas familias de
poder que acumulaban la riqueza, en especial alrededor de las empresas
ferroviarias. Paradójicamente durante la
segunda mitad del mismo siglo el término se instrumentalizó y re-direccionó
para referirse de manera peyorativa a los procesos de gobierno en Latinoamérica
de aquella época, los casos de Juan Domingo Perón en Argentina o Getulio Vargas
en Brasil, sin dejar pasar nuestro referente nacional José María Velasco Ibarra
en el Ecuador son los clásicos ejemplos.
Actualmente estos casos son materia de estudio y análisis en ciencias
sociales y teoría política sobre este aspecto, hoy por hoy, tanto las
posiciones de filósofos latinoamericanos como Enrique Dussel o el ya extinto
Ernesto Laclau nos invitan a reinterpretar la categoría de lo popular y el
pueblo en el marco de la construcción de posiciones de contradicción sistémica
y polarización ante las desigualdades o la inequidad. Es recomendable a los estimados lectores
revisar importantes libros de estos autores como -Veinte Tesis Políticas- o -La
Razón Populista- respectivamente, donde se profundiza el tema. La academia europea y cierta herencia
colonial en nuestro continente tiende a denunciar como populista a toda
posición que se enmarque alrededor de la construcción lingüística del termino –pueblo-,
y, eso es un peligro, porque si bien es cierto hay discursos populares que
manipulan el término con fines de usurpación simbólica y aprovechamiento
electoral, existen también posiciones sinceras que identifiquen el sagrado
término -pueblo- en su real connotación histórica y unificadora de los diversos
sectores periféricos y explotados de la sociedad contemporánea. Sólo el mejoramiento de la capacidad crítica
de ese mismo pueblo podrá volver más exigente nuestras demandas sociales y con
ello pasar por un tamiz para desecharla peligrosa demagogia y quedarnos con las
reales luchas populares.
Aquiles Hervas Parra
24 de Enero de 2015.