martes, 29 de diciembre de 2015

TE DESEO UN DIFÍCIL AÑO NUEVO MI AMOR

¿Le deseo feliz año nuevo? Dijo aquel que lo odiaba, mientras tomaba su taza de café, amargo como su existencia.  La mejor manera de matar a alguien es convenciéndolo de que las cosas sucederán por sí solas, que no requieren un abrupto trastorno de la voluntad.  Si amo a alguien ¿Qué debo desear para su vida, para su tiempo? Considero, con mucho temor a equivocarme, que mis aspiraciones para quien aprecio deben ser relativamente hostiles, es la única vía a esa polisémica palabra que osamos denominar felicidad.  Te deseo un año difícil, y ella que lo abrazaba, se estremeció.  ¿Difícil me dices? Acaso me odias.  No, te amo, un amor tan puro cual agua de manantial, si te odiara te deseara la enfermedad, la muerte o el ocaso.  Entonces te has vuelto loco.  Eso sí, asumiendo la locura a modo del espacio estadísticamente excepcional entre los normales, lo asumo, porque además tiene que ver con mi aspiración de que en este mundo de normalizada quietud seas -extraordinariamente- feliz, debo preverte que no tengas esa quietud que mata la voluntad, es mi obligación desearte las suficientes dificultades para que en el choque con éstas, tu mente, corazón y vida salten de la estática rutina que encubre la falsa tranquilidad para percibir la real felicidad, la no abstracta.  Solo subiendo la montaña ves mejor el atardecer, solo y solo si te botas al mar puedes compartir su inmensidad; el ser no crece con las aguas mansas, el ser se explaya contra la corriente.  Eso del feliz y próspero año nuevo, en la mayoría de los casos no es más que el reiterado protocolo que usamos para cumplir con la costumbre, una obligada tradición social.  No te entiendo amado mío.  No lo debes hacer ahora, lo harás después, eso es la felicidad: una eterna idea pendiente.

Aquiles Hervas Parra
29 de diciembre de 2015. 

jueves, 24 de diciembre de 2015

NAVIDAD, MÁS ALLÁ DE LA CARIDAD



Cual cajitas de secretos van escondiendo un camino, son los niños de la calle, son los niños sin destino.  En numerosos cantones del Ecuador como en todos los rincones del mundo, las calles, los buses y las veredas son testigos cotidianos de una realidad ante la que la población regala indiferencia y ojos ciegos, niños de la calle, niños trabajadores, niños vulnerables, caritas sucias; varios son los calificativos que reciben pero escaza o casi nula la preocupación que la consciencia colectiva dedica a ellos. Caminando por las avenidas más céntricas de la urbe si te pones a contar te encontrarás fácilmente con uno, cinco, veinte o hasta un centenar de pelados (como por ahí les dicen) pero te has preguntado en algún momento ¿En qué les puedo ayudar en esta Navidad? Te aseguro que no es tan sólo con la compra de uno de los carísimos productos que ellos ofertan: chicles diez centavos, caramelos cinco en veinticinco, cincuenta y lleve una rosa para la novia, o lo más conveniente “una ayudita pa comer”; esa es el mínimo auxilio que un común mortal puede otorgar.  Seguro estoy que, más beneficias sin imaginártelo a una de las decenas o miles de redes de traficantes roba vidas que de este negocio han hecho su forma de lucrar, o mejor dicho asesinar, que para estos desalmados sin corazón es lo mismo.  ¿Qué tal si revolucionamos esa forma antigua y facilista? Qué tal si mejor empezamos por ejemplo con algo simple como conversar con ellos, consultarles sobre su vida su rutina, su experiencia y ya ahí, justo ahí, cuando estemos frente aquellos seres y los miremos a los ojos, ahí cuando sea imposible no sensibilizarse, entonces, preguntarles una vez más ¿Qué hago por ti? Apadrinar y amadrinar con una beca anual de estudios a cada infante, o de cualquier otra manera creativa asumir una responsabilidad permanente aunque no sean nuestras/os hijas/os, si tú lo haces es muy probable que haya un niño menos en las urbes, si tu familia lo hace entonces cinco, seis o siete niños menos trabajando y si cada uno de las personas que han recibido este periódico lo hacen, seguramente mil niños, niñas y adolescentes que laboran en la ciudad van a librarse del terrible peligro de las heladas veredas nocturnas. La Navidad tiene hermosos pero vacíos discursos en torno a la solidaridad con los ajenos, poca praxis aterriza esos discursos en hechos concretos más allá de las fundas de galletas, la ropa vieja o los lamentos; erradicar el trabajo infantil desde la sociedad civil sería una de las mejores formas de renacimiento de Jesús en la actualidad: de la caridad momentánea al amor prolongado. ¿No te haría eso realmente feliz?

Aquiles Hervas Parra
21 de diciembre de 2015.

martes, 8 de diciembre de 2015

¿POR QUÉ LOS GOBIERNOS DENOMINADOS PROGRESISTAS SE ESTÁN TERMINANDO?



En este breve artículo pretende establecer una reflexión acerca del agotamiento que en el tiempo deriva en fetiche de quienes administran el poder sobre los casos de los procesos denominados progresistas en Venezuela, Ecuador y Argentina.  Los tres países viven/vivieron/vivimos aproximadamente en promedio una década de gobierno orientado por esta vertiente: para el caso argentino el modelo se agotó en las condiciones democrático electorales con el ascenso y regreso de la derecha neoliberal; el caso venezolano acaba de cerrar una derrota del chavismo en las elecciones parlamentarias; y, finalmente en el caso ecuatoriano, las cosas no están dichas y la revolución ciudadana dispone hasta el año 2017 para leer el escenario venidero.  La cuestión que surge es ¿Por qué han perdido los gobiernos denominados progresistas su legitimidad y apoyo popular en la actual época?  Trataremos de esbozar una hipótesis que lo responda.  Una comunidad social descargada de su capacidad organizativa tiende a la protesta social y el castigo electoral por dos motivos: la reacción ante una situación de crisis, o la espontánea búsqueda de un mejor estado de bienestar, lo primero mucho más común que lo segundo.  En las décadas de los años ochenta y noventa, el continente latinoamericano después de un largo proceso de desarrollismo o también denominado período reformista entró en la etapa neoliberal.  Un conjunto de recomendaciones de los organismos multilaterales  nivel mundial como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, entregaron a los Estados de la región latina a modo de recetas las indicaciones de un proceso de reestructuraciones del funcionamiento de la economía capitalista, en resumen la desregulación, privatización y apertura al comercio internacional eran los ejes de guía de este paquete neoliberal.  A esto cabe agregar que el endeudamiento -público y privado- garantizado con las bonanzas petroleras fue otro aspecto agregado al modelo.  Unos países por ventajas para los sectores económicos que administraban el Estado y otros, por no encontrar otra solución a su situación de inestabilidad macroeconómica adoptaron sin ninguna observación este modelo, sembrando así lo que en lo posterior por algo menos de dos décadas daría como fruto una de las más severas crisis económicas y sociales en cada uno de los países del continente. El Caracazo, Salvataje Bancario y el Corralito; en Venezuela, Ecuador y Argentina respectivamente, son los hitos que simbolizan  la inestabilidad y supremo apogeo que vivieron estas naciones como resultado de las reformas implantadas; los años noventa e inicios del siglo XXI significan para la región en general y sus Estados Nacionales citados en particular un profundo desequilibrio de las relaciones sociales y productivas, con lo cual  la dificultad y la conmoción se apoderaron de la población.   Retomando la pregunta del presente ensayo ¿Por qué han perdido los gobiernos denominados progresistas su legitimidad y apoyo popular en la actual época?  La respuesta es sencilla, porque están operando como -termidores- es decir han traicionado a sus principios fundacionales.  Esta responsabilidad no va endosada a sus líderes como a todos sus procesos en conjunto.  La Revolución Bolivariana en Venezuela, el Kirchnerismo peronista en Argentina y la Revolución Ciudadana en Ecuador se hallan en un momento de agotamiento.  Estos tres procesos si bien en sus inicios apelaron a un discurso crítico a las relaciones de explotación que produce el capital, lo fueron silenciando poco a poco en el tiempo, retomando a su vez la exaltación a ideas como la del crecimiento económico (en el fondo desigual), el progreso liberal-moderno como mito o el desarrollo a costa del extractivismo de la naturaleza.  Los gobiernos progresistas de falsa izquierda por un lado se legitimaron con una radical crítica al modelo hasta llegar al poder y por otro, una vez se localizaron en el mismo asumieron un realismo pragmático de administración de los recursos, la renta y respeto a la distribución de la riqueza.  Reafirmaron la matriz extractivista reforzándola con nuevas variantes, aplicaron el ejercicio del control del poder y la estabilidad mediante la represión y la viejas formas de encarcelamiento a los que piensan diferente, la mayoría de ellos provenientes de sectores populares y sobre todo desaprovecharon una de las más escasas oportunidades de la historia con la bonanza de precio de los commodities, apoyo popular en múltiples elecciones, reformas constitucionales, por primera vez el Estado tuvo más recursos y poder que todas las oligarquías o burguesías juntas en los doscientos (promedio) años de Repúblicas.  Cuando un proceso, líder/eza vuelto mesías, recibe la delegación del poder en base a la oposición directa a los sistemas que provocaron el dolor anterior, y materia por el cual recibieron ese poder; abandonar el compromiso con ese antagonismo equivale a traición.  Pero, más allá de esa evaluación de orden ético, lo que nos interesa exaltar acá, es que: si durante una década sembraste un conjunto de símbolos ambiguos, confusos y evidentemente contrarios a la necesaria dialéctica del sistema, esos mismos frutos son los que terminan por eliminar al sembrador.  ¿Al pueblo qué le queda? Lo de siempre, volver a asumir su rol dialéctico en la historia, evaluar sus reservar regenerativas, estar atento a los momentos críticos para operar su potencia y seguir ideando la comunidad ética que convierta al siguiente intento de cambio en una forma de hiperpotencia con miras a saltos más grandes en su realidad, su Estado y su cultura, el sueño vigente de una sociedad con bienestar colectivo.

Aquiles Alfredo Hervas Parra
8 de diciembre de 2015.