domingo, 3 de junio de 2018

¿A QUÉ SABEN LAS LÁGRIMAS?



Bajan abundantes con la lluvia de la noche; lloviznan dentro del dormitorio, en sinfonía daltónica de la madrugada silenciosa.  Un sollozo dibuja el rastro que en la mejilla deja.  Dulces, saladas y amargas según la ocasión.  Recuerdo haber probado una, lastimosamente ajena, el dedo índice izquierdo la atrapó mientras pretendía fugarse hacia la gravedad, era dulce: su dueña lloraba de felicidad.  Cada cuatrocientos años logramos con la palabra, desbaratar positivamente la formal silueta del rostro; es potente la palabra, destruye o construye; mata o da vida; avía o frena, desborda lágrimas, dulces o amargas.  La boca se mueve y los ojos se inundan, un vidrio opaco se posa en la vista, nubla el camino y suspende las risas.  Antesala de sonrisa o del llanto, desmonta hojarascas esculpidas con viento, miserable viento que le seca los labios.  No llega la lágrima a la comisura de su boca, no se lo permito, podrá arrojar sus penas y alegrías pero auto percibirlas, sería horrorosa ofensa a los dioses del tiempo.  También recuerdo haber probado mis lágrimas, no era niño, no era mujer; era un hombre sensible que re descubrió su ser.  Llorar, llorar, lujo prodigioso de la feminidad que nos habita, la memoria, el consuelo, los días pasados que no volverán.  Saboreo la huella húmeda, la paso ligeramente por la punta de la lengua; Borges es un ciego maldito con letras de Prometeo.  Inquisiciones, relatos, me pierdo un instante en la literatura, regreso y le arranco un beso, qué digo beso, le despojo el deseo.  Cortázar, infame cuento al revés, Rayuela que brinco saltando el espejo.  Vuelvo a llorar, estoy completamente habitado, es ella que renace en mí, es ella que fue negada, será ella, seré yo, jamás el individuo infértil de galaxias, soy la bruma de espuma, que conservada robó el sabor de sus lágrimas.  Brotan suavito goteando quimeras, brotan despacio esculpiendo estrellas.

Aquiles Hervas Parra, Msc.
3 de junio de 2018.