sábado, 13 de mayo de 2017

EL COLIBRÍ Y LA LIBERTAD




Al colibrí lo habían convencido que sus aleteos en la jaula son el ejercicio de la libertad, pobre colibrí le dijo el jilguero, estás ensimismado con una simple idea, el colibrí se ofendió y continuó aleteando con la mirada a otra dirección.  Absurdo jilguero con sus ideas comunistas, socialistas, anarquistas o lo que sea. ¡Venir a quererme controlar la dirección de mi aleteo! ¡Querer controlar mi libertad!  Pasaron algunos días y un águila pasó presurosa por la jaula del colibrí, el águila ya saben con su actitud escéptica, algo soberbia le preguntó ¿Qué eres tú? Éste, impresionado, sin comprender le respondió: cómo qué soy, soy el colibrí, un ave.  ¿Un ave? Las aves volamos, tú no vuelas, tú levitas o gravitas o lo que sea que hagas pero tú no vuelas.  El colibrí se ofendió, insultó y dejó hablando sola al águila, ésta, sin comprender continuó su vuelo.  Pasaron otra cantidad de años y un caracol pasó, con su camino algo baboso en el piso, lento pero con sentido se arrastraba el pequeño, alzó lentamente sus dos ojos con antenas y vio al colibrí en ese extraño movimiento de alas.  ¿Qué eres tú? Le dijo.  Otra vez el colibrí que ya se encontraba a la defensiva no desperdició tiempo en contrarréplicas o conversaciones, dejó hablando solo al caracol y afirmó, es mi derecho vivir como yo quiera.  El caracol  sin entender lo sucedido continuó y mientras se marchaba le decía: -podrás tener derechos pero no veo que avances, vueles o sea lo que sea que hagas, te muevas hacia ningún lado, solo estás batiendo allí tus pequeñas alas para no caer, para no tocar el piso, y yo que estoy en el piso, que sé lo que es arrastrarse, estoy marchando hacia algún lugar; cuál, dónde, no lo sé con precisión pero siento el autónomo movimiento-.  El colibrí que había hecho de la defensa su posición y de la libertad su ideología, la cual era preservada con radical cerrazón se auto afirmaba: -nadie podría entrometerse en la manera en que éste batiera las alas, lo haré como quiera y de la forma en que quiera, porque soy -libre- de hacerlo.  Justo en ese momento, desde algún -no lugar- difícil de ubicar se percibió la sonrisa de alguien, del que había puesto la jaula que río con placer indescriptible.  Sabía que desde ese día en adelante ya no tendrá que hacer más trabajo ahuyentando animales extraños con ideas estúpidas de otras formas de libertad, porque su mismo encarcelado los repelía con su orgullo individual.  

 Aquiles Hervas Para
13 de mayo de 2017

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