lunes, 22 de mayo de 2017

MAYO DE 1968, LOS ESTUDIANTES DESAFIARON AL PODER




Estamos a un año de cumplir medio siglo de protagonizada la revuelta del mayo francés de 1968.  Hace 49 años atrás, millares de soñadores jóvenes demandaban al mundo, en las calles de París; la posibilidad de otro mundo que desplome a la sociedad de consumo, “decreto el estado de felicidad permanente” rezaba el grafiti de la Facultad de Ciencias Políticas, los adoquines y las barricadas intentaban destruir los vestigios de una sociedad en crisis que se resiste hasta ahora ha asumirse como naufragada.  Las jóvenes por primera vez caminaban en minifaldas frente a las normas que las cazaban como brujas del siglo XX.  Policías absortos no podían contra tal explosión de creatividad, generación entera de ideas libertarias.  - Interdit d'interdire- (Prohibido Prohibir) sentenciaba otra de las frases en la pared, erosión palpitante de ideas insumisas ante el avasallamiento autoritario del general, ante el dolor sangrante de la guerra de Vietnam y todas las guerras del planeta.  Otro grafiti : "pensar juntos, no. Empujar juntos, sí" en la Facultad de Derecho, ¿acaso alguien pensó que se trataba de un movimiento sin tamices? Craso error, la diversidad tejió de matices que no dudaron en abigarrar una tendencia uniforme, pero de colores y morfologías como arcoíris de revolución, algunos la llamaron mutación.  Todo arrancó en la alberca, el libro blanco del ministro; el semblante autoritario del falso triunfador de la segunda guerra mundial, De Gaulle, no enfrió la causa, la alvorotó.  ¿Miedo? Por supuesto, pero orientado en unidad, los estudiantes desafiaron al poder, lo miraron de frente y a los ojos.   ¿Pequeños? Nunca, el eco fue tal que en menos de dos meses la huelga general de trabajadores corroía las instituciones desde los barrios marginales, la unidad obrero estudiantil era un hecho consumado; a la vez el mundo, estudiantes de México, Argentina, Checoslovaquia, Italia, Alemania, Estados Unidos anunciaban en sus universidades acciones movilizadoras, el remolino de indignación, rabia y a la vez alegría rebelde se tomaban el espacio de lo público.  Fueron realistas, soñaron lo imposible.  “La imaginación toma el poder”, la irreverente y fresca juventud fundaría en ese maravilloso año de calles ocupadas, arte revolucionario y paños pluricromáticos otra forma de ver, valorar y vivir la existencia. 

Aquiles Hervas Para
22 de mayo de 2017

sábado, 13 de mayo de 2017

EL COLIBRÍ Y LA LIBERTAD




Al colibrí lo habían convencido que sus aleteos en la jaula son el ejercicio de la libertad, pobre colibrí le dijo el jilguero, estás ensimismado con una simple idea, el colibrí se ofendió y continuó aleteando con la mirada a otra dirección.  Absurdo jilguero con sus ideas comunistas, socialistas, anarquistas o lo que sea. ¡Venir a quererme controlar la dirección de mi aleteo! ¡Querer controlar mi libertad!  Pasaron algunos días y un águila pasó presurosa por la jaula del colibrí, el águila ya saben con su actitud escéptica, algo soberbia le preguntó ¿Qué eres tú? Éste, impresionado, sin comprender le respondió: cómo qué soy, soy el colibrí, un ave.  ¿Un ave? Las aves volamos, tú no vuelas, tú levitas o gravitas o lo que sea que hagas pero tú no vuelas.  El colibrí se ofendió, insultó y dejó hablando sola al águila, ésta, sin comprender continuó su vuelo.  Pasaron otra cantidad de años y un caracol pasó, con su camino algo baboso en el piso, lento pero con sentido se arrastraba el pequeño, alzó lentamente sus dos ojos con antenas y vio al colibrí en ese extraño movimiento de alas.  ¿Qué eres tú? Le dijo.  Otra vez el colibrí que ya se encontraba a la defensiva no desperdició tiempo en contrarréplicas o conversaciones, dejó hablando solo al caracol y afirmó, es mi derecho vivir como yo quiera.  El caracol  sin entender lo sucedido continuó y mientras se marchaba le decía: -podrás tener derechos pero no veo que avances, vueles o sea lo que sea que hagas, te muevas hacia ningún lado, solo estás batiendo allí tus pequeñas alas para no caer, para no tocar el piso, y yo que estoy en el piso, que sé lo que es arrastrarse, estoy marchando hacia algún lugar; cuál, dónde, no lo sé con precisión pero siento el autónomo movimiento-.  El colibrí que había hecho de la defensa su posición y de la libertad su ideología, la cual era preservada con radical cerrazón se auto afirmaba: -nadie podría entrometerse en la manera en que éste batiera las alas, lo haré como quiera y de la forma en que quiera, porque soy -libre- de hacerlo.  Justo en ese momento, desde algún -no lugar- difícil de ubicar se percibió la sonrisa de alguien, del que había puesto la jaula que río con placer indescriptible.  Sabía que desde ese día en adelante ya no tendrá que hacer más trabajo ahuyentando animales extraños con ideas estúpidas de otras formas de libertad, porque su mismo encarcelado los repelía con su orgullo individual.  

 Aquiles Hervas Para
13 de mayo de 2017

sábado, 6 de mayo de 2017

SI LAS MATAN




Si las matan los medios de comunicación de todos los ámbitos exponen la grave situación de las mujeres en la actualidad, si las matan la justicia investiga los feminicidios como ni no fuesen ejercidos contra mujeres, si las matan la opinión pública presiona para que las circunstancias de género no estigmaticen las condiciones de la muerte, si las matan las autoridades inmediatamente disponen sus esfuerzos para que el violento mundo contra las mujeres se acabe.  Las líneas que acabo de escribir  no existen en el presente, son fábula, son la idea que soñamos totalmente contraria a la realidad.  Durante estos siete días otra menor de edad fue grabada mientras se la violaba colectivamente en Brasil al igual que el caso que nos conmocionó hace un año; en la más grande Universidad del continente, situada en México, fue encontrado el cadáver de una joven estrangulada dentro del campus; y en el mes de abril en la pequeña localidad de Riobamba se registraron dos casos más de muerte por femicidio/feminicidio.  Escalada irrefrenable de crímenes por motivos de género, y eso no es lo que más espeluzna, sino que la respuesta social continúa siendo la culpabilidad a las mujeres por sus propias muertes: estaba sola, se vestía de tal manera, bebió alcohol, se quedó hasta muy tarde, son pocas de las decenas de argumentos que la opinión, medios de comunicación y hasta los organismos de justicia como fiscalías o procuradurías establecen en primer lugar antes que el hecho en sí.  El estigma social reemplaza a la contundente respuesta que debería tener la muerte y el dolor provocados en aquellas que cometen uno de los errores más imperdonables en este mundo: ser mujer.  Porque así es, el hecho de identificarte con el mal denominado sexo débil implica ya en sí mismo un listado inmenso de vulnerabilidades, prejuicios, estigmas, marcas y máculas a las cuales enfrentar a diario. Caminar en la calle, establecer horarios, prevenir atuendos, evitar cercanías son parte de la pedagogía de la muerte con la cual obligamos a nuestras hijas, hermanas, madres y abuelas a cuidarse en vez de transformar el hostil entorno y enseñar al mundo a respetar y convivir con las mujeres.  Cinco hoy, cien este mes, miles este año, continúan siendo las cifras de asesinadas, masacradas, destrozadas, vilipendiadas, violadas, raptadas, demacradas, golpeadas y tantos verbos que evidencian el dolor y la muerte.  El movimiento feminista regional ha creado la consigna “Si me matan” para preguntarle a la sociedad cuál va a ser nuestra respuesta si ello sucede ¿Seguimos culpándolas o procuramos algo de empatía para mover drásticamente nuestros rígidos paradigmas mentales?  Marchar (siempre atrás) de ellas no es suficiente, sirve de mucho porque nos pone en cuestionamiento a los hombres, progres o no, que aunque asumamos la necesidad histórica del feminismo, y por más que nos esforcemos, no llegamos a percibir lo que significa ser mujer en el mundo. Hay que destruir nuestra cobardía y responder: -Si las matan- es hora de poner el cuerpo y ceder los privilegios que recibimos del sistema patriarcal; afrontar el dolor, asumir el problema, confrontar decididamente con todos los sectores que justifican la prolongación del status normalizador de la violencia.  Ante el Estado, la justicia, iglesia, medios de comunicación, instituciones educativas, dentro de casa, ante otros hombres, ante nosotros mismos con nuestras parejas.  Sí no destruimos el patriarcado como sistema social y su subjetividad machista como conducta personal no podemos actuar con indignación de teatro. No solo es hipócrita, sino que va a ser precisamente el motivo por el cual sigamos levantando cuerpos inertes del suelo, me parece incorrecto tener que decirlo, pero necesario para que todos se detengan a pensar: no esperes a que uno de esos cuerpos sean el de alguien a quien ames.

Aquiles Hervas Para
6 de mayo de 2017